Los pobres son su prioridad. Él nos ordena que sirvamos a los pobres. La pobreza material en el mundo indica nuestra pobreza espiritual en la Iglesia. Si nos inclinamos ante Jesús como Rey, a los pobres se les predicaría la Buena Nueva y se les liberaría (Lc 4:18). Si tenemos fe en el Rey Jesús, "no amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad" (1 Jn 3:18).
El Rey Jesús no solo ayudó a los pobres, sino que se hizo pobre. “Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza” (2 Co 8:9). Él eligió nacer en un establo en Belén, vivir en la humilde Nazaret, trabajar en labores manuales e incluso morir como un esclavo en una cruz. El Rey Jesús es un tipo diferente de rey. Él es el Rey de los pobres y el Rey de los reyes.
Oración: Rey Jesús, toma mi vida por completo.
Promesa: “Porque así habla el Señor: ‘¡Aquí estoy Yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de Él’” (Ez 34:11).