jueves, 6 de mayo de 2021

El Císter como apoyo en las Ordenes Militares


El Císter participó en la fundación de la Orden del Temple y también en la creación de las Órdenes militares de Calatrava (1164), Alcántara (1213) y Avis (1147), que, curiosamente, heredarían y serían, pese a todo, continuadoras del Temple tras su proscripción.

Veamos algunas ideas sobre los freires. El neófito postulante, admitido a la Orden, jura, además de la fe, obediencia al Gran Maestre, defender a la Iglesia católica y no abandonar el combate.

La condición sine qua non es ser haber sido armado caballero, y descender de un linaje nobiliario. Los plebeyos sólo podrán entrar en la orden como sargentos. Pese a todo, el Temple contará entre sus filas con toda la baja nobleza europea y muchos de la alta. El ideal caballeresco, las justas, la heroicidad, recorren Occidente, y la Orden va a exigir que estén a la altura de lo que de ellos se espera en el campo de batalla: no podrán abandonar la lucha mientras no se vean atacados por más de tres enemigos, y si son hechos prisioneros, ningún rescate se pagará por ellos. Cuando los sarracenos les ofrezcan la libertad a cambio de apostatar, ellos deberán elegir la muerte.

El hábito, la cruz, los pendones y banderines, el baussant, los sellos, el aseo y su aspecto con pelo corto y barba larga, la vestimenta militar (cotas de malla, armas), las monturas y cabalgaduras, todo tiene normas, y se busca un grupo de combate disciplinado y uniforme.

Al Comendador siguen los preceptores provinciales, y tras ellos los hermanos caballeros y los capellanes sacerdotes, los sargentos y los hermanos legos. Todos ellos arrastran una mesnada de escuderos, pajes, arqueros, mozos y servidores al cuidado de la intendencia general de los combatientes.

Mueren y dan muerte, e incluso son derrotados. Tienen un inicio dubitativo, pues las reglas de la Orden son esquizoides, piensan como freires, pero actúan como soldados. Esa dualidad encierra una debilidad, y Bernardo de Claraval escribe su famoso De laude novae militiae (Elogio de la nueva milicia), texto en el que exhorta a sus hijos predilectos a mantener esa dualidad, recurriendo a la idea de Guerra Santa con el Paraíso como meta, similar al concepto de la Yihad musulmana. “Cristo es la recompensa de la muerte cuando se muere luchando contra el infiel”.

A partir de entonces los hermanos templarios lucharán valientemente y se erigirán, junto a los hospitalarios de San Juan, en la fuerza de vanguardia de numerosos conflictos armados. Se distinguirán por su bravura y su arrojo, combatientes de primera línea, se convierten en la fuerza de choque necesaria en todas las batallas, y también en los territorios hispánicos. Pertenecer a la Orden del temple en un honor y un orgullo, una divisa.