La Banda Gallega es el nombre con el que históricamente se conocía a gran parte de la actual Sierra de Aracena por ende a toda la provincia desde su conquista por los reyes cristianos. Por extensión podríamos denominar así a la línea defensiva del reino de León a lo largo de su frontera con el reino de Portugal.
Es de destacar que la ruta de la plata era la vía natural de expansión del reino Leonés hacia el sur. Y esta expansión iba en paralelo a las conquistas del reino portugués, antiguo condado independizado de León, lo cual provocaba conflictos fronterizos.
La denominación nació, por la repoblación de estas tierras por gentes del reino de León en sentido amplio (actual Galicia, Asturias, León, Zamora, Salamanca, Extremadura Leonesa), cosa que confirman recientes estudios genéticos, dónde se comprueba la mayor homogeneidad genética y por tanto de parentesco de los habitantes de las actuales provincias de la ruta de la plata, desde Asturias hasta Huelva y también Cádiz, Sevilla o parte Córdoba.
Los castellanos denominaban gallegos a cualquiera al oeste de Castilla que no hablara castellano, es decir tanto lenguas gallegas como lenguas leonesas que les sonaban igual.
Tras la expulsión de los musulmanes, en paralelismo con la llamada Banda morisca, para hacer referencia a la zona fronteriza con el reino de Portugal, junto a La Raya.
Previamente a la reconquista cristiana los almorávides y luego en el siglo XII los Almohades intentaron solucionar los problemas de defensa de la zona reaprovechando antiguas fortificaciones romanas y levantando nuevas fortalezas como en Aracena, Cala o Zufre.
Con la nueva dominación cristiana desde el siglo XIII el reino de Portugal ambicionará la conquista de toda la zona por lo que sigue siendo necesaria la defensa de la sierra en sí además de convertirse en primera fuerza defensiva del reino de Sevilla.
Por ello el concejo de Sevilla verá necesaria el reaprovechamiento, reconstrucción o construcción de importantes fortalezas en la zona como las del Castillo de Sancho IV de Cumbres Mayores. Esta zona fronteriza estuvo compuesta por tres líneas que englobaban las defensas de:
Aroche, Encinasola y Fregenal de la Sierra.
Torres (Cumbres de San Bartolomé), Cortegana y Cumbres Mayores.
Aracena, Cala y Santa Olalla del Cala
La Orden del temple tenía el gusto por la geometría en el diseño del mapa de ubicación de sus encomiendas, fortalezas y posesiones.
Esto se plasma de forma fidedigna en el triángulo configurado entre Jerez de los Caballeros, Sevilla y Lepe; en el arco del compás que une a estas dos últimas y pasa por encima de La Rábida y la Isla de Saltés.
Y en la perfecta línea recta que, atravesando Cortegana, relaciona el castillo jerezano con el monasterio colombino de La Rábida.Se muestran también las equidistancias y causalidades numéricas que los templarios utilizaban en sus emplazamientos.
Este extremo se pone espectacularmente de manifiesto en los 124 kilómetros que distan entre los principales componentes de las propiedades templarias en la zona estudiada: entre Jerez de los Caballeros tanto con Sevilla como con Lepe; en el arco del compás que une Sevilla con Lepe, pasando por encima de La Rábida; y en la línea recta que une a ésta con Jerez de los Caballeros.
Asimismo en esta zona, se comprueba la preferencia de la Orden del Temple por los recintos con raigambre espiritual y carga energética, lo que se materializa en este caso en la elección de las posesiones tanto de La Rábida -un antiguo ribat árabe- como de la vecina Isla de Saltés, lugares dedicados al culto religioso desde la época romana, fenicia y aún antes.
La llegada y expansión del Temple en el sur representa un caso práctico del modelo geoestratégico y modus operandi que la Orden tenía.
No solo existen fortalezas y villas sino que además tenemos la famosa Gruta de las Maravillas La Gruta de las Maravillas en Aracena. La gran extensión de sus lagos, la abundancia y variedad de formaciones, y la longitud de su desarrollo hacen de este complejo subterráneo un conjunto de gran belleza y vistosidad.