jueves, 15 de abril de 2021

El Alfabeto secreto del Temple


El Alfabeto Secreto del El Temple que usó en varias cruces a lo largo de su existencia y en determinadas circunstancias, algunas concedidas por el Papa. Está la más conocida que es la cruz paté o pateada (con griega con sus brazos en forma de pata de oca); la cruz Patriarcal o de Caravaca, que imagino todos saben cómo es; y la cruz Tau, en forma de T y que también usaron, entre otros, los antonianos (Orden de San Antón).

Y también está la cruz ochavada o de las Ocho Beatitudes, que quizá sea sobre la que más ríos de tinta ha corrido, por considerarse la cruz en la que se encerraba la clave del hermetismo templario. Esta cruz fue adoptada durante el maestrazgo de Robert de Craon, y en ella se dice se albergaba la clave para descifrar el alfabeto secreto de los templarios.

Todos los ejércitos han tenido sus alfabetos o códigos secretos, también llamados lenguajes criptográficos o encriptados. Ahora bien, el alfabeto secreto de los templarios fue usado para algo más que para el mero ejercicio militar, tal como a las claras denotan muchos de los símbolos grabados en las construcciones templarías. Cada hermano recibía una de estas cruces, que debía llevar consigo y que le permitía descifrar los signos, y al mismo tiempo le servía para redactar otras cartas o mensajes.

Aunque las mayores evidencias de este lenguaje han llegado en nuestros días en las construcciones, se han encontrado diversas cartas manuscritas encriptadas entre otros archivos en los nacionales franceses. Se conservan tres ejemplares de la Regla oficial del Temple en Roma, París y Dijón, en el Departamento de Côte d´Or, en los que aparece bastante criptografía templaría, que entre otros fue descifrada por el profesor Probst Biraben.

El alfabeto constaba de 25 signos, si bien su interpretación es muy compleja, pues no se colocaban ni ordenaban de forma convencional, sino cruciforme o circular, según los movimientos que el poseedor de la Cruz de las Ocho Beatitudes u Ochavada realizase con cada uno de sus brazos.

Un ejemplo lo tenemos en el llamado «cuadrado mágico», célebre por que aparece, a decir de Alejandro Vignati, entre otros lugares en las ruinas de Pompeya, en alguna Biblia latina del siglo VIII, en manuscritos griegos del siglo XII, en monedas austríacas del siglo XIV, en la iglesia de Piave, cerca de Cremona, en la de Magdalena de Verona, en la de San Lorenzo de Rochemaute de Jarnach en Francia, en Santiago de Compostela y en innumerables edificios construidos por los Templarios, y que nadie ha conseguido descifrar jamás de modo satisfactorio.