viernes, 30 de julio de 2021

Castillo de Miravet




El castillo estaba ocupado por los almóravides, monjes guerreros musulmanes fanáticos de la religión mahometana. Contra ellos se lanzaría Ramón Berenguer IV principe de Aragón y conde de Barcelona, al frente de su ejercito y de los monjes Templarios. En 1153 (siglo XII) el castillo es tomado y Ramón Berenguer entrega el castillo a los Caballeros Templarios en la persona del maestre Pere de Rovira. Los templarios reformarian el castillo en su totalidad, dandole la actual configuración que hoy podemos observar. El castillo protegería el paso del Ebro desde la cercana Tortosa hacia el interior.

 Se estableció una encomienda de la orden del Temple de la que dependían los castillos y términos de Gandesa, Corbera, Algars, Batea, Pinell y Rasquera.

Sobre el castillo originario se edificó una nueva fortaleza, la que hoy podemos visitar, considerada una de las obras arquitectónicas defensivas más importantes de Europa por tratarse de un edificio en el que convergen las experiencias de los mundos cristiano e islámico. En ese momento, junto con Gardeny y Montsó, Miravet se convierte en una de las tres primeras casas templarias de la Corona de Aragón. En el proceso contra los templarios a principios del siglo XIV, que supuso su persecución y abolición, el castillo de Miravet tuvo un papel fundamental en la defensa contra las tropas del rey Jaime II.

Después de un año de constantes asedios, el último comendador, Berenguer de Sant Just, capituló a finales de diciembre de 1308. Es entonces cuando el dominio de Miravet es controlado por la orden del Hospital, que se prolonga hasta el primer tercio del s. XIX.