domingo, 12 de diciembre de 2021

Qué es la Espada ? Su simbología



  • ¿Qué es una espada? Si planteáramos esta cuestión a personas de diferentes culturas o periodos históricos, todas ellas empezarían diciendo que se trata de un arma de filo de gran longitud. Y a la vez todas esas personas coincidirían en afirmar que la espada lleva asociados una serie de valores como justicia, nobleza o sentido del deber que la convierten prácticamente en un instrumento místico, cosa que no ocurre con ninguna otra arma.
    ¿Por qué razón la espada ha adquirido esta carga mística en todas las culturas? Para responder a esta cuestión, tenemos que remontarnos a la prehistoria, a la época en la que ciertos monos estaban terminando de dar los pasos necesarios para convertirse en humanos. Y que por aquel entonces empezaban a usar y fabricar herramientas
    Mucha gente cree que el uso de herramientas, o por lo menos su fabricación, son acciones típicamente humanas, fuera del alcance de los animales. Sin embargo, esta idea es incorrecta: determinados animales no sólo son capaces de servirse de elementos de la naturaleza (palos, piedras, etc.) para llevar a cabo una acción, sino que pueden incluso modificar dichos elementos para que sean mas eficaces para una determinada función. Por lo tanto, ni el uso, ni la fabricación de herramientas son actividades típicamente humanas.
    Hoy en día los antropólogos coinciden en que la primera actividad típicamente humana es la acción de corte por desgarro. En efecto, ningún animal no adiestrado es capaz de descubrir dicha acción por sí mismo. Si proporcionamos a un chimpancé una serie de piedras cortantes, las usará golpeando con ella el objeto a cortar (corte por percusión, como el que llevamos a cabo nosotros cuando usamos un hacha) pero jamás la usará seccionando (corte por desgarro, como el que llevamos a cabo con un cuchillo).
    El hombre primitivo descubre, pues, el cuchillo, y en seguida toma consciencia de que se trata de un elemento fundamental de cara a la supervivencia de la tribu. El cuchillo permite el mejor aprovechamiento de las piezas abatidas, facilita el sacrificio de los animales cautivos y hace posible el nacimiento de la cirugía en sus formas más toscas. El cuchillo es el patrimonio de toda la tribu, y no de un solo individuo, y toda la tribu se implica en su defensa ya que se trata de un elemento casi imposible de reemplazar.
    Cuando el ser humano comienza a tomar conciencia del más allá y aparecen las primeras manifestaciones religiosas, el cuchillo se incorpora a ellas. Nace con ello el cuchillo ritual, que representa la faculta de dar muerte, y que es el antecedente de nuestra espada.
    Por otra parte, la espada es mucho más simple que un instrumento; representa el máximo grado de desarrollo metalúrgico alcanzado por una determinada cultura. Su metalurgia era tan buena como lo eran sus espadas. Cada vez que la metalurgia daba un paso adelante (espadas de cobre, de bronce, de hierro, de acero…) caían antiguos imperios para dar nacimiento a nuevos.
    Desde el punto de vista simbólico, la espada, es también uno de los pocos elementos donde se combinan lo Cuatro Elementos: La Tierra, de donde surge el mineral; el Fuego y el Aire, usados en la fragua; y el Agua, usada para templarla.
    En la leyenda artúrica, la Espada es la contraparte del Grial, en el sentido de que ambos representan los arquetipos masculino y femenino. Es por ello que encontramos a la espada clavada en la Tierra, al principio, y surgiendo del Agua más tarde. Tanto la Tierra como el Agua son elementos femeninos y la espada actúa como elemento masculino. Nótese que esta dicotomía femenino-masculino ya aparece en las construcciones megalíticas (menhires y dólmenes), en el Antiguo Egipto (obeliscos y pirámides) e incluso nuestra arquitectura monumental actual sigue utilizando las mismas formas en, por ejemplo, rascacielos y cúpulas.
    De la Espada al Caballero
    Si la espada es, como hemos dicho, un arma especial, asociada a una serie de valores éticos y místicos, es lógico pensar que su portador sea también un guerrero especial, cuyas cualidades vayan mas allá de la habilidad en combate. Así es como de la espada, tal y como veremos, surge el concepto de caballero.
    La primera forma de organización militar históricamente conocida es la milicia, que está formada por civiles que defienden su propia aldea, normalmente armados con armas de fortuna (herramientas de labor, hachas, garrotes) y sin apenas organización militar, jerarquía de mando ni adiestramiento previo. E propia de culturas en las que la metalurgia es desconocida, o insuficiente para fabricar armas de guerra eficaces.
    Con el desarrollo de la metalurgia llegan las armas de hierro, y con ellas la necesidad de contar con ciudadanos expertos en su manejo. Surge con ello la figura del Hombre de Armas, cuyo único cometido es la guerra y que se agrupa en unidades sometidas a jerarquía interna, y que se encargan de la defensa del grupo que les mantiene.
    Ahora bien, el grupo civil enseguida toma conciencia de que dichos hombres de armas, establecidos para la defensa del grupo, pueden fácilmente en una amenaza para el mismo si deciden hacer mal uso del poder que les ha sido confiado. Así pues, surge la necesidad de un nuevo tipo de guerrero, que además de la habilidad en el combate aporte unos solidos principios éticos y morales. Surge así la figura del Caballero.
    Y ya que hablamos de caballeros, aprovechemos para aclarar un pequeño malentendido la palabra “Caballero” deriva de “Caballo”, pero un Caballero no es:
    * Ni un guerrero que lucha a caballo (un guerrero que lucha a caballo es un jinete)
    * Ni un guerrero que posee o es responsable de un caballo.
    Para aclarar este pequeño malentendido, hemos de retroceder a la antigua Roma. Hace 2.000 años, el caballo era un animal bastante distinto del que hoy conocemos, hasta el punto que se distinguen dos especies distintas: “Equus”, caballo de guerra, alto, rápido, parecido a nuestros actuales caballos árabes; “Caballus”, el caballo de carga, un animal bastante mas bajo y mas recio, parecido a nuestro Percherón.
    La palabra “Caballus” tenia su origen en antiguo vocablo griego cuyo significado es “Servidor”. Curiosamente, también la palabra inglesa “Knight” tiene su origen en una voz anglosajona con el mismo significado. E igualmente ocurre con la palabra japonesa “Samurái”, cuya traducción es, literalmente, “Servidor”.
    Vale la pena reseñar que junto con la figura del Caballero surge también la de Escudero, cuya función primitiva no era sólo la de asistir al caballero antes y durante el combate, sino, sobre todo, la de intentar recuperar las armas de éste si cayera en combate, para intentar evitar que cayeran en manos del enemigo.
    ¿Qué representa ser Caballero en el mundo moderno?
    Empecemos por lo más básico: un Caballero es un ser humano, hombre o mujer, a quien la providencia ha dotado de una espada, y tiene la obligación de ser digno de ella.
    Ser caballero no es un derecho. es un deber.
    Ser caballero no es un honor. Es un motivo para vivir con honor en un mundo sin honor.
    Ser caballero no es un privilegio. Es una obligación.
    En cuanto somos conscientes de tener en nuestras manos una espada, adquirimos la obligación de vivir cada instante como caballeros, intentando estar a la altura del don recibido de Dios.
    Ser caballero consiste en servir a Dios a través de los demás.
    En proteger la Creación, la Justicia y luchar porque siempre prevalezca el poder del Amor.
    ¿Y cuál es nuestra espada?
    Solemos decir que, en el siglo XXI, la espada del templario es la palabra. Pero esta afirmación, en realidad, no es correcta, porque ¿acaso los profanos no tienen también el don de la palabra?
    No, la espada de un caballero es su ACTITUD ante la vida. Su capacidad de no estar indiferente ante una injusticia, su espíritu solidario, su voluntad de cambiar el mundo, y su voluntad de no rendirse ante las dificultades.
    La primera pregunta que un caballero debe hacerse es, por lo tanto, si lleva su espada habitualmente. Si esa actitud de inconformismo y esa voluntad de actuar para defender la justicia le acompaña realmente a dondequiera que va. Si no es así, no es un caballero digno, y sin duda la Providencia le privará pronto de su espada.
    ¿Cómo se usa la espada?
    La espada no debe usarse ni demasiado, porque se mellará, ni demasiado poco, porque se oxidará en su funda.
    Efectivamente, un caballero debe saber escoger sus batallas. Si dispersa su energía y atención sobre demasiados frentes, inevitablemente, empezará a coleccionar fracasos, que menguarán su entusiasmo, embotarán el filo de su espada y terminará por abandonar. Por el contrario, si se acostumbra a la inactividad y a la autocomplacencia, llegará un momento en que será incapaz de extraer la espada de la funda, y no será más que un profano que porta un peso muerto y sin valor.
    Suele decirse, y es una gran verdad, que una espada necesita beber sangre con una cierta asiduidad para conservar su fuego.
    Afilar la espada
    Cada vez que llevamos a cabo una iniciativa, surgen problemas, contratiempos y pequeñas o grandes frustraciones que mellan el filo de nuestra espada. Dichas frustraciones deben ser eliminadas y olvidadas lo antes posible, no podemos jamás cometer el error de “aceptarlas” en nuestra arma. Si no lo hacemos así, nuestra querida espada será cada vez menos eficaz, hasta llegar a convertirse en un mero escaparate de nuestros fracasos. La espada debe volver a la funda más afilada de lo que salió.
    Un antiguo proverbio dice “la adversidad es la piedra en la que afilo mi espada.
    Epílogo: La incomprensión del mundo profano.
    El mundo profano, materialista y racional, que a todo atribuye un precio y a nada da valor, jamás podrá entender el idealismo templario ni los valores que representa una espada. Maldecirá mil veces la oscuridad antes de encender un fuego, y se dejará vencer por el mundo antes que dar un paso para cambiarlo. Contemplará a los templarios con aire de condescendencia no dudará en calificar el templarismo, con sus mantos bancos y capas, de “cuento de hadas” sin aplicación práctica.
    Vale la pena en estos momentos una famosa frase de G.K. Chesterton y que resume magníficamente el espíritu del Temple: “Los cuentos de hadas no se crearon para enseñar a los niños que los dragones existen, sino para recordarnos a todos que no hay dragón que no pueda ser vencido”.