martes, 28 de diciembre de 2021

Ordenación o Investidura de un caballero


La ordenación de un caballero o la investidura de un caballero fue, durante la Edad Media, un acto noble y cargado de fuerte simbolismo. Se caracterizó por una importante ceremonia ritual con el objetivo de iniciar al dignatario en la dignidad de un caballero.

La ceremonia de investidura y ordenación del Caballero tomó varias formas y generalmente culminaba con el acto solemne de tocar la parte plana de una espada en el hombro de cada uno de los nominados o en el brazo o incluso en el cuello. En el primer ejemplo, el "Caballero Electo" se arrodilla ante el nominador, generalmente el rey, pero también un príncipe, una princesa o incluso otro miembro de la realeza y, a menudo, una dama (salvo de la angustia del candidato), u otro Caballero en el campo de batalla o en un lugar santo.
La cita se hizo con el nominador (rey por ejemplo), de pie y el futuro Caballero arrodillado frente a él, en un pequeño banco o incluso en el suelo. Luego, el rey coloca la espada a un lado en el hombro derecho del candidato, luego levanta ligeramente la espada por encima de la cabeza del nominado y luego la vuelve a apoyar, esta vez en el hombro izquierdo. Por lo general, este acto iba acompañado de una frase de nombramiento. Ya nominado, el Caballero se levanta y el nominador le pone la insignia del orden en que fue nominado.
Este acto de nombramiento, según algunos historiadores, ha sufrido cambios a lo largo de los siglos, ya que las circunstancias son muy variables, los nombramientos pueden realizarse en un palacio o en un campo de batalla.
El acto final solía ir acompañado de un abrazo fraterno o un ligero toque en la mejilla o el cuello.
La historia registra que Guillermo I de Inglaterra “el Conquistador” nombró caballero a su hijo Enrique I de Inglaterra de la siguiente manera: le asestó un puñetazo como primer acto. Fue un golpe en el oído, destinado a ser recordado para siempre. Luego, un toque suave con la palma de su espada contra el costado de su cuello. A esto le siguió el toque en los hombros, que se ha utilizado hasta el día de hoy en la tradición de Gran Bretaña.
 
 

 

Tienes debilidad Espiritual ?


La vida del cristiano es una batalla constante, tanto en el campo físico como también, y principalmente, en el espiritual. Mantenerse fuerte espiritualmente, con la fe avivada, es la única manera para permanecer victorioso en esta batalla. Ese es el gran desafío.
Por eso, en la Biblia, el apóstol Pablo deja la advertencia: «… y se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga.» (1 Corintios 10:12).
Él también enseña el secreto para mantenerse en pie: «Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne.» (Gálatas 5:16).
Andar en Espíritu es andar siempre atento a la voz de Dios, priorizar la comunión con Él y alimentar el espíritu por medio de la lectura de la Palabra de Dios y de la oración. Esas prácticas son imprescindibles para que desarrollemos la intimidad con Dios y, consecuentemente, tengamos sensibilidad para escuchar y obedecer Su voz. De lo contrario, seremos débiles espiritualmente y presas fáciles para la acción del mal.
A continuación, conoce algunos de los síntomas que una persona presenta cuando está débil espiritualmente:
1. Orgullo
Así como la humildad es la característica principal del nacido de Dios, el orgullo es la característica principal de los nacidos de la carne. Entonces, la primera cosa que sucede cuando una persona está débil espiritualmente es que ella pierde esa humildad. El orgullo empieza a hablar más alto, a sobresalir, y ella no logra ver cuánta ayuda necesita. En lugar de eso, tiene aquella falsa impresión de bienestar; no reconoce siquiera sus propias fallas. En cambio, sus ojos están atentos a los errores de los demás.
2. Egoísmo
Ella pierde la sensibilidad para percibir la necesidad del otro, preocupándose solo por sus propias necesidades. Incluso frente a alguien que está sufriendo, no se sensibiliza. Si antes tenía sed de evangelizar, ahora lo evita.
3. Fe indefinida
La persona espiritualmente débil es identificada fácilmente por su inconstancia en la fe. Si antes tenía una fe definida, ahora un pequeño obstáculo ya es suficiente para hacerla dudar e incluso desistir. Se volvió una persona fácilmente influenciable.
4. Ya no ayuna y no ora como antes
Su oración se vuelve fría, mecánica, eso cuando ora. Entonces, el ayuno se vuelve muy difícil para ella. Y comienza a ayunar cada vez menos, y cuando ayuna termina rompiendo el ayuno, porque ya no puede permanecer en Espíritu. Cuando asiste a una reunión, en el momento de buscar a Dios, no puede concentrarse y abre los ojos con frecuencia.
5. Miedo / duda
Ya dijimos que la persona espiritualmente débil tiene una fe indefinida, inconstante; un momento cree, un momento no cree. Por lo tanto, es bombardeada fácilmente por la duda y por el miedo, los pensamientos negativos ganan fuerza, y ella se vuelve aún más vulnerable a la acción del mal. Una víctima potencial de los ataques del diablo.
6. Desánimo para leer la Biblia
Ella ya no tiene interés en la lectura de la Biblia. Todas las veces que abre la Biblia para leer, el desánimo se apodera de ella, se siente somnolienta y de inmediato abandona la lectura, que se vuelve cada vez más escasa.
7. Malos ojos
Ella ya no tiene visión espiritual, se volvió maliciosa. Empieza juzgar todo y a todos. No acepta la reprensión, en lugar de eso, cuando se le llama la atención, se hace la víctima, se siente víctima de la injusticia y se llena de ira. Ya no logra ver el cuidado de Dios en una reprensión.
Haz un autoanálisis y, si te identificas por lo menos con una de esas señales en tu vida, es el momento de parar, buscar el perdón de Dios y el avivamiento espiritual:
«Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles…» (Romanos 8:26).

Guerra Medieval: La infanteria



Las tropas de infantería eran una parte importante de los ejércitos medievales.
Estas tropas luchaban cuerpo a cuerpo y a modo de tropas de artillería (con arcos, ballestas y más tarde con pistolas).
La infantería jugaba un papel crucial en los asedios contra posiciones fortificadas.
Las guerras medievales se resumen en asedios y guerra de desgaste.

Ésta última variante, consistente en operaciones de pillaje llamadas cabalgadas, algaradas o algaras, lograba objetivos tan variados como el debilitamiento y la desestabilización política de los rivales, ganancias de botín, abastecimiento de tropas, etc.
Los enfrentamientos entre ejércitos en campo abierto eran infrecuentes.
Eran más comunes y decisivas las maniobras para tomar castillos y ciudades mientras se evitaban batallas que supusieran pérdidas elevadas.
Los soberanos llegaron incluso a prohibir a sus ejércitos entablar batallas que pudieses resultar decisivas.
En las pocas ocasiones en que podía tener lugar una batalla campal, lo normal es que la victoria, fuera para el bando que hiciera más buen uso de los componentes principales del ejército medieval:
Tropa de infantería
Caballería
artillería.
Otros factores de importancia eran la moral, el liderazgo, la disciplina y la táctica, así como el conocimiento del terreno.

Los Templarios: Su Fé y las Reliquias.



Cuando estaban encarcelados los templarios en la Abadía de Santa Genevieve el 1 de abril de 1310, que para protestar contra la injusticia que se les hace, los templarios entregaron a la comisión pontificia un texto que se denomina “oración de los templarios”, aquí está una transcripción:

…“Jesús, dale a tu pueblo cristiano la sed y posesión de esa Tierra Santa donde naciste en la pobreza, donde tu santa misericordia nos ha redimido y donde nos han enseñado tus ejemplos y milagros. Digno hacer por tu gracia que la liberemos y la poseemos”...

…“Virgen Santa, en honor a quien se fundó nuestra religión (el Temple), santo y querido confesor Bernardo, obtén la liberación de tu religión, por San Luis y San Jorge, la Virgen Santa, entregue y preserve nuestra religión para que observemos nuestros deseos y mandamientos y poseamos la vida por la cual merecemos acceder a las felicitaciones del cielo”...

Este texto no contiene una dedicación especial a Cristo. Por supuesto, cada Viernes Santo fue un día especial de dedicación a la cruz. Por cierto, parece que son los templarios los que tenían el honor de formar la guardia armada de la “verdadera cruz” en los campos de batalla hasta su desaparición en el desastre de Hattin.
En tiempos de paz, las canónicas del Santo Sepulcro tenían la custodia.

La Virgen era la madre de la Orden y es ella quien es el corazón de la espiritualidad templaria como es el corazón de la espiritualidad cisterciense.

Cabe señalar que el Temple no es la única orden que tiene la Virgen como Santa Patrona, los Teutónicos también lo tienen. La gran mayoría de capillas e iglesias templarias están dedicadas a ella y se le dirige la mitad de las oraciones de la liturgia templaria.

Los templarios son, en parte, “Señores de Tortosis” (Tortosa), ciudad famosa por su peregrinación a la Virgen, porque ahí sería donde San Pedro habría dedicado el santuario más antiguo dedicado a la Madre de Cristo.

A unos treinta kilómetros de Damasco, hay una iglesia griega que tiene un icono milagroso de la Virgen, que emite un líquido que cura diversas enfermedades y discapacidades. La Iglesia de Saydnaya sigue siendo hoy, peregrinación para cristianos y musulmanes. Los templarios tenían un papel central en la difusión de la historia del milagro como la transmisión del precioso líquido sanador. Es un peregrino alemán, Maestro Thietmar, que pasa por Saydnaya informa que:

…“los hermanos del templo llevan a casa el precioso líquido cuando vienen a dar gracias por obtener una tregua con los paganos”…
Mateo Paris también los cita: ...“En tiempos de tregua, los templarios vienen a buscar el precioso líquido que luego distribuyen a los peregrinos”...

El culto de los santos y las reliquias también está asociado a los templarios. Todo comenzó después de la bolsa de Constantinopla en 1204. Los cruzados saquearon la ciudad y ganaron oro, plata y reliquias. Primero aparecen los templarios como transportadores. Trozos de la “verdadera cruz” de Jerusalén y Constantinopla fueron traídos por el templario Artaud a Clairvaux y luego en 1247 el patriarca de Jerusalén confió a un templario el pequeño recipiente que contenía Sangre para el Rey de Inglaterra Enrique III , el 15 de mayo de 1272 luego, Thomas Bérard, o Bérault o Béraud (m. 1273), el vigésimo gran Maestre, envía a Occidente “madera de la vigorosa cruz del Señor, reliquias de San Felipe, Santa Elena, San Esteban, de la mesa del Señor, de San Lorenzo, del sepulcro del Señor, de Santa Eufemia y Santa Barba. Todas estas reliquias fueron autenticadas por Jean, el hermano predicador y Arzobispo de Tiro y Humbert, hermano del Temple y el Obispo Banyas.

El 3 de abril de 1311, el templario Jean de Montreal defendiendo la Orden frente a sus acusadores, dijo que si los templarios fueran tan herejes como decían, la Santa Cruz del templo no se dejaría conservar por ellos, como la espina de la corona que poseían, no florecería el Viernes Santo y que el cuerpo de Santa Eufemia no habría llegado milagrosamente a sus manos...

La lectura de los interrogatorios del juicio no deja ninguna duda sobre la sinceridad de los templarios que han defendido su fe con vigor hasta el final...

Isaac de la Stella

Otro personaje importante de su época y uno de los más críticos contra la Orden del Temple, surgió de dentro de la propia Orden cisterciense, de la de San Bernardo de Claraval. Seria Isaac de la Stella, un monje cisterciense, filósofo y teólogo inglés y abad del monasterio francés de L´Ètoile (dept. de Viénne) en Francia, y lo más curioso es que era amigo de San Bernardo de Claraval.
Isaac de la Stella expresaba varias dudas sobre la propia existencia de las ordenes militares.
En un sermón habla de una nueva milicia, sin nombrarla, que empleaba las lanzas y los palos contra los infieles para forzarlos a convertirse a la cristiandad, los que no se convierten están muertos. Isaac dice que esta no era una “nova militia” sino un “monstrum novum”, un nuevo monstruo, que se llama la Orden del Quinto Evangelio, porque sus frailes no seguían a los cuatro evangelios.
«Del mismo tipo y casi al mismo tiempo apareció este nuevo monstruo, una nueva milicia, cuya observancia, como alguien dice espiritualmente, «proviene del quinto evangelio»: con lanzas y garrotes, obligan a los incrédulos a la Fe los que no llevan el nombre de Cristo, los saquean ilícitamente y los esconden religiosamente; en cuanto a los que caen durante estos robos, proclamadlos mártires de Cristo»
(Isaac de la Stella).


San Benito y el monacato Medieval



- Cuando San Benito ( 480 - 543 ) escribe la vida de sus monasterios , sabe que en ellos van a entrar más hombres de armas que hombres de campo y tierra , pocos ricos y muchos hijos de nobles , y guerreros ; San Benito que el monasterio es un cenobio , más también una aices - una milicia - , pues las principales virtudes que exige al monje son la obedencia , la paciencia , la vigilancia sobre si mismos - la disciplina - , el espíritu coetus - comunidad o grupo - y la permanencia en el campo de batalla espiritual a pesar de las dificultades .
- La espiritualidad auténtica y genuina del TEMPLE está en el tratado de San Benito sobre la Nueva Milicia . La Regla del Temple y los estatutos o normas que se fueron añadiendo no aportan nada nuevo en el orden ideológico : se trata de disposiciones disciplinares.

 

Cruces Templarias y su simbolismo



Los Templarios utilizaron muchos modelos de cruces, pero de todos estos modelos fueron cinco las cruces más características: la Patriarcal, la Cruz de las Ocho Beatitudes, la Tau; la Paté y la Cruz Griega.

CRUZ PATRIARCAL:

La primera Cruz que utilizaron los caballeros de la Orden del Temple fue una Cruz Patriarcal de color rojo colocada sobre el hombro izquierdo del manto blanco en 1118 del año de Nuestro Señor, nueve años antes de su reconocimiento oficial.
Es considerada la cruz mágica de la Orden.
La Cruz Patriarcal fue diseñada con 5 trozos de madera pertenecientes al madero de la crucifixión en el año 326 y colocada en la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, allí permaneció hasta el año 1227 donde desaparece.
La Vera Cruz aparece cuatro años después en 1231 en la localidad de Caravaca en la península Ibérica población que pertenecía a la Orden de los Caballeros Templarios, santificando la ciudad y elevándola a la categoría de Centro Espiritual del Mundo.

LA CRUZ DE LAS OCHO BEATITUDES o de las bienaventuranzas:

Es una cruz de ocho puntas que los templarios utilizaron como clave para la construcción y desciframiento de un alfabeto secreto, además serviría como símbolo base para el trazado octogonal de las capillas templarías.

Las beatitudes correspondientes a cada punta son:

1. Poseer el contento espiritual
2. Vivir sin malicia
3. Llorar los pecados
4. Humillarse al ser ultrajados
5. Amar la justicia
6. Ser misericordiosos
7. Ser sinceros y limpios de corazón
8. Sufrir con paciencia las persecuciones.

LA CRUZ TAU:

Es la cruz esotérica de la Orden.
Los Templarios estuvieron siempre ligados con el conocimiento de antiguas civilizaciones, en el antiguo Egipto el sonido de la letra T añadida a una palabra indicaba su pertenencia al género femenino.
Esto ha dado a entender a muchos que la Orden estuvo ligada a las Diosas Madres y a los primitivos cultos al principio femenino origen de los dioses.
Fueron numerosas las iglesias que construyó la Orden dedicadas a la virgen y entre ellas las enigmáticas Vírgenes Negras.
El significado simbólico de la cruz es "elegido de Diosa" y además era la proclamación del secretismo ocultista de la Orden.

LA CRUZ PATÉ:

Es una cruz que abre sus extremos a los cuatro puntos cardinales: Norte, Sur, Este y Oeste, es una cruz que se abre al mundo, al universo.
Los brazos iguales de la cruz nos recuerda a los cuatro evangelistas, a las cuatro estaciones y a los cuatro elementos básicos de la vida: Aire, Tierra, Fuego y Agua.
La Cruz Paté deriva directamente de la Cruz Celta que representa los tres mundos celtas: Abred, Gwenwed y Keugan.
Cruz Paté deriva también de la vieja rueda druídica el Crismón de ocho radios.
Este símbolo, el Crismón, evoca el inicio, los ciclos (la serpiente que se muerde la cola) y es también un símbolo solar que tiene su máxima expresión en los resplandecientes rosetones de las Catedrales e Iglesias de origen Templario.
Se cree que está es la cruz que recibieron los Templarios de manos del Papa Inocencio III el 24 de Abril del año 1147.

LA CRUZ GRIEGA:

De color roja y de brazos iguales fue una de las cruces más usadas por la orden.
Figura en sellos, tumbas de templarios, pinturas de iglesias y estelas discoidales.
El uso de estas diferentes cruces era determinado por varios factores: como el geográfico, así tenemos que la Cruz Paté se utilizó en Portugal, la Cruz Tau en Galicia y León, la Cruz Griega en Castilla, la Cruz Patriarcal en Jerusalén, la Cruz de las 8 beatitudes en Escocia.

Otro factor es el jerárquico, parece ser que el uso de determinadas cruces estaba relacionado con las categorías dentro de la Orden.
El factor esotérico también es considerado. Así tenemos que la Cruz Tau, considerada la cruz de los elegidos de Dios el día del juicio final, era utilizada en lugares templarios especialmente mágicos.

La Cruz de las 8 beatitudes:

En su interior encerraba otra más pequeña del tipo Paté, con tres brazos rojos y el cuarto dorado era utilizada como clave criptográfica para descifrar el alfabeto secreto de la Orden, con ella se cifraba y descifraba documentos, cartas, letras de cambio, etc. mediante signos geométricos de forma triangular que podían dibujarse en esta cruz.
Existieron cruces procesionales en donde aparecían dos Cristos, en una cara estaba el Cristo crucificado y en la otra un Cristo sentado en un trono.

Toda investigación que se realice sobre los caballeros templarios siempre conducirá al estudio de las diferentes cruces que utilizaron los miembros de la Orden y su significado puede arrojar hoy en día muchas sorpresas.

martes, 21 de diciembre de 2021

¿Que son los rosarios Memento Mori?





Estos Rosarios son para orar, para rezar el Santo Rosario teniendo presente que vamos a morir, aunque no sabemos ni el día ni la hora. "Memento mori" significa "Recuerda que morirás". Es importante estar preparados porque no sabemos el momento preciso en que el Señor nos va a llamar a su presencia. Orar por nuestra conversión teniendo presente la perspectiva de la muerte.
"ROSARIOS MEMENTO MORI"


En la antigüedad, los monjes vivían una vida de oración profunda y contemplativa, en especial cuando se trataba de la muerte. Lo que hoy en día es tema tabú y que se intenta evitar, en aquellos tiempos era para los monjes una latente realidad. Por ello, en tiempos de especial penitencia, utilizaban rosarios como estos, que llevaban cuentas con forma de calaveras, que les recordaban la fugacidad de la vida y la importancia de la CONVERSIÓN. 


MEMENTO MORI, "recuerda que moriras", "eres lo que fui, soy lo que serás", "la muerte a todos iguala" y otras tantas eran las frases que tenían en mente, para ser mas rigurosos en su oración y sus penitencias, y no olvidar a aquellos que los habían precedido.
 

Hoy en día, sectas como la de la "santa muerte", las personas que hacen brujería y los satánicos se han apropiado de este símbolo, resignificandolo al punto que muchos católicos le tienen miedo a las calaveras, y reforzando aun más el plan del demonio de que vivamos sin preocuparnos por la muerte, y así lograr que partamos en pecado, sin estar preparados para el cielo, pero más que listos para la condena.
 

Con este rosario solo se intenta no olvidar que la muerte llega a todos. Hoy a uno, mañana a otro, quizás pasado mañana hasta a mí mismo. Y lo único que podemos hacer para estar listos es PENITENCIA. Me encantan estos Rosarios y tener presente la muerte a mí me ayuda mucho a interiorizar sobre mi miseria, y ser; si me aplico e incrementa el deseo de santidad y de amor al prójimo.

Clemente V



Clemente V que de nombre hacía Bertrand de Got o de Gouth nació en Villandraut, Francia en 1264 y murió en Roquemaure, 20 de abril de 1314, fue el 195º Papa, desde el 1305 hasta la muerte. Es recordado por trasladar la Santa Sede a Francia y sobre todo por suprimir la Orden de los Templarios.

Francés de nacimiento, nativo del Bazadais, Gascuña, era hijo de Béraud de Got y de Ida de Blanquefort. También fue hermano de Bérard de Got, arzobispo de Lyon, y tío de Raymond de Got cardenal diácono de Santa María Nueva. En Lyon.

Bertrand fue vicario general de su hermano Bérard, quien en 1294 fue nombrado cardenal obispo de Albano. Bertrand fue capellán del papa Bonifacio VIII, quien en 1297 lo nombró arzobispo de Burdeos.

Era el tercero de 12 hijos. Destinado a la carrera eclesiástica, Bertrand fue instruido en la diócesis de Agen, en el Priorato de la Orden de Grandmont, fundado por santo Stefano de Thiers a finales del siglo XI.

Su carrera estuvo influenciada por su hermano Bérard, nombrado cardenal por el papa Celestino V en 1294: asignación que le abrió las puertas como capellán papal de Inglaterra, con la tarea de convencer al rey inglés Eduardo I de poner fin a las hostilidades con Francia.
Estudió Derecho Canónico y Civil en la Universidad de Orleans y Bolonia, obtuvo el título de magister, y con los años se convirtió en abogado experto y diplomático consumado. El Papa Bonifacio VIII, el 28 de marzo de 1295, lo nombró obispo de Comminges y el 23 de diciembre de 1299 le confió la diócesis de Burdeos.

En el momento en que fue elegido papa, las familias feudatarias romanas Caetani (guelfos) y Colonna (ghibellini) se desgarraron en guerras intestinas, haciendo de hecho insegura a la Ciudad Eterna. Esta fue la razón que sugirió a Clemente V llevar la sede papal a Francia que fue trasladada oficialmente en 1309 de Roma a Avignon e inaugurando así la cautividad avignonés luego prolongada hasta 1377 con Gregorio XI.

Hombre de cultura, toma decisiones importantes en el campo de la enseñanza de idiomas. Incentivó el estudio del hebreo, el griego y el árabe en las universidades de Roma, París, Oxford, Orleans, Bolonia y Salamanca. Poco conocida es su actividad misionera; sobre el ejemplo del Papa Nicolás IV envió a los franciscanos a la corte Mongol que controlaba China. Fundó en 1307 una diócesis con el arzobispo Giovanni da Montecorvino que se convirtió en el primer obispo de Pekín.

En 1313 publicó la bula Pastoralis Cura en la que, superando incluso el pensamiento teocrático de Bonifacio VIII, afirmaba con fuerza la superioridad del papado sobre el imperio.
En el Consistorio del 21 de marzo de 1314 publicó las Decretales Clementinas, con las Constituciones del concilio de Vienne, normas que forman parte del Corpus Iuris Canoni, deberes del clero y del pueblo en el contexto del texto más antiguo de la Misa Clementina.

Pero vayamos al grano: es especialmente conocido por la supresión de la Orden del Templo, supresión fuertemente deseada por Felipe IV y por ello siempre se le ha callado ser una marioneta en manos de Felipe El Hermoso , pero fue realmente ¿Así?

Que los templarios fueran invitados al Rey de Francia es un hecho conocido y cuando, el 13 de octubre de 1307, el rey hizo arrestar a más de 600 templarios del reino de Francia, extorsionándoles confesiones bajo tortura, Clemente protestará oficialmente con la Bula Sub Es Assidue del 5 de julio de 1308 acusando el Inquisidor de Francia, Guillermo de París, su capellán y confesor de Felipe, que no avisó a la autoridad pontificia de la inminente detención.

El ensañamiento de Felipe contra los templarios se debía a que la caja de los caballeros, formada en parte por sus bienes familiares, era rica en donaciones y se manejaba perfectamente. A esto hay que añadir el enorme endeudamiento que el soberano tenía con la Orden, al menos según se desprende de los Comentarios de Chipre redactados en 1340 por Bustron Florio. Su riqueza, por tanto, hacía garganta a un soberano sin escrúpulos y desesperada búsqueda de finanzas para enfrentar la guerra contra Inglaterra. Pero no solo a él.

La detención de los templarios tomó por sorpresa al Papa cerca de Poitiers, quien, de vuelta a la curia, el 15 de octubre, hizo un consistorio con los cardenales del sagrado colegio para evaluar los hechos.

Sin embargo, incluso el Papa, después de perder definitivamente el control de Tierra Santa, se planteaba dudas sobre la utilidad de una fuerza armada de élite altamente entrenada que se había demostrado ser también y sobre todo un holding bancario multinacional, un ejercito y un estado dentro de otros estados.

La Orden del Templo, además de recibir continuas donaciones, además de no pagar impuestos sobre sus propiedades por estar exentas (ver la Bula Omne datum optimum) se había convertido en un verdadero banco internacional que, a diferencia de las demás, prestaba dinero gratuito: no se debía ningún interés ( en teoria pues si lo cobraban pero mas bajo que banqueros y prestamistas ). En efecto, el préstamo con intereses se calificaba de usurario y no podía ser ejercido por los cristianos porque se considera un pecado.

La usura era ejercida principalmente por banqueros judíos (por su condenación eterna, ya que en aquel momento se consideraron el pueblo deicida) y por banqueros no cristianos que ciertamente no podían competir con una organización tan organizada y disciplinada tan lijada como los templarios.

Además, no hay que subestimar también las atávicas rivalidades entre la Orden de los Templarios y las Órdenes de los Juanitas y de los Caballeros Teutónicos, y menos la República de Génova, que estableció los primeros préstamos, llamados compras.

Por lo tanto, hay una larga lista de personajes y categorías bastante poderosos e influyentes que, además de Felipe IV, veían en los templarios un enemigo que debían derribar, pero hay más: no sólo Felipe IV se había endeudado con los templarios, sino que el mismo papado era deudor hasta el cuello con la Orden del Templo. De hecho, la guerra entre güelfos y guibellini había vaciado las arcas de Roma.

Ya el Papa Bonifacio VIII, el 23 de FEBRERO DE 1298 se había dirigido a Fray Pietro da Bolonia, fiscal general de la Orden del Templo en la Curia Romana, para una financiación de 12.000 florines de oro para la guerra contra la familia Colonna. (suma que comparada con hoy sería aproximadamente el equivalente a unos 100 000 millones de euros).
Se puede entender entonces que cuando Felipe puso en bandeja de plata a Clemente V la posibilidad, no solo de adquirir las riquezas acumuladas por la Orden en el transcurso de dos siglos, sino de cancelar sus deudas, Clemente después de la a titubear inicial, cogió el balón al brinco y viendo las considerables ventajas también para el papado, prefirió trabajar por la razón de estado y luego suprimir la Orden.
 

Como fin jurista que era, Clemente V solicitó y obtuvo la aprobación del Consejo para la abolición de la Orden y se hizo sin condena jurídica alguna, sino con una disposición apostólica.
 

Clemente sabía bien que la Bula dogmática de 1265 Dignum esse conspicimus, de su predecesor, afirmaba que no se podía dictar una sentencia de excomunión a los miembros de la Orden del Templo y, por lo tanto, con la burbuja Vox in Excelso se limitó a Disolver la Orden reservando la excomunión no ya a los templarios sino a todos aquellos que después de la supresión intentarían resumir la Orden suprimida con sus símbolos y sus vestidos.


Para los que llegaron a leer el post hasta aquí, al responder a la pregunta inicial, parece destacado que Clemente V, como hemos visto, no era un simple y menos un desprovisto. Para entonces, era un personaje moral y cultural por encima de la norma y un fin jurista.


Que pudo haber sufrido la influencia y la presión de Felipe IV no hay duda, pero seguro que no fue su muñeco o marioneta que se quiera decir. Tampoco puede decirse que actuó bajo coacción para suprimir la Orden del Templo, debido a las considerables ventajas que también tuvo el papado.


Tanto la elección del traslado de la sede papal de Roma a Avignon y la elección de suprimir la Orden de los Templarios en el Concilio de Vienne, han sido elegidas ciertamente cuestionables pero bien reflejadas por Clemente V y por él operadas en su autonomía.

Números enanos o Cisterciences


 

Tranquilamente pueden usarse como "números enanos" o algo similar.
 
Los números cistercienses son un sistema olvidado de cálculos desarrollado por la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia a principios del siglo XIII, un sistema mucho más compacto que los números árabigos o romanos.
Con un único carácter se puede escribir cualquier entero desde 1 hasta 9999.

Su uso consistía, en ir añadiendo hasta formar el numero deseado, el grafo que va representando las unidades, decenas, centenas, y miles hasta obtener así el numero deseado, con el impedimento que solo se podía representar con un solo grafo o símbolo la cantidad de 9999.

La Guerra medieval


Por guerra medieval se entiende el tipo de guerra librado en el período histórico de la Edad Media, definida por las características propias del tipo de enfrentamientos librados en esta época, basados en el control de plazas fuertes. La visión tradicional de las guerras europeas de la Edad Media sostenía que los caballeros eran los dueños de los campos de batalla. Estos se lanzarían a la carga diezmando y arrollando a la infantería campesina que encontraban a su paso, mientras sus afines corrían a su encuentro para decidir el resultado del enfrentamiento.

Según esta versión, el poder de los jinetes acorazados a caballo habría acabado cuando la infantería, gracias a las armas de fuego y a las técnicas de formaciones compactas de piqueros y alabarderos, recobró su poder en la batalla. Esta visión, alimentada por el arte y las crónicas de la época, mostraba a los nobles combatiendo a caballo e ignorando a los plebeyos y campesinos que luchaban a pie. Todo esto ha demostrado ser falso, pues las tropas de infantería eran una parte importante de los ejércitos medievales. Estas tropas luchaban cuerpo a cuerpo y a modo de tropas de artillería (con arcos, ballestas y más tarde con pistolas). La infantería jugaba un papel crucial en los asedios contra posiciones fortificadas.

Las guerras medievales se resumen en asedios y guerra de desgaste. Esta última variante, consistente en operaciones de pillaje llamadas cabalgadas, algaradas o algaras, lograba objetivos tan variados como el debilitamiento y la desestabilización política de los rivales, ganancias de botín, abastecimiento de tropas, etc. Los enfrentamientos entre ejércitos en campo abierto eran infrecuentes. Eran más comunes y decisivas las maniobras para tomar castillos y ciudades mientras se evitaban batallas que supusieran pérdidas elevadas. Los soberanos llegaron incluso a prohibir a sus ejércitos entablar batallas que pudiesen resultar decisivas.​ En las pocas ocasiones en que podía tener lugar una batalla campal, resultaba probable que la victoria fuera para el bando que hiciera mejor uso de los componentes principales del ejército medieval: la tropa de infantería, la caballería y los arqueros junto con la primitiva artillería. Otros factores de importancia eran la moral, el liderazgo, la disciplina y la táctica, así como el conocimiento del terreno.

El Islam y la Virgen María

El islam reconoce en María a una de las mujeres más puras de la Tierra.
Hija de Imran (Joaquín) y Santa Ana, familia descendiente de diferentes profetas, entre ellos Aarón, fue criada por el profeta Zacarías (Zakariah), padre de Juan el Bautista.
El Corán tiene un capítulo que busca resaltar la figura de María y el respeto debido a ella, aparte de refutar las calumnias sobre su castidad y concepción que habían hecho algunos de los 36 judíos .
De hecho, en la Legislación Penal musulmana se castiga criminalmente la difamación de una mujer que es virtuosa (Al Qadhai): ése era el doble sentido que tenía la Sura Maryam (María) XIX.
Joaquín y Santa Ana la habrían concebido por gracia de Dios, ya que Ana era de una edad madura. Según el Corán 3:35, la mujer de Imran (Joaquín) dijo: “¡Mi Señor! Yo te consagro lo que está en mi seno; acéptalo de parte mía. Tú eres en verdad Aquel que escucha y que sabe”, y esta futura niña estaría dedicada al servicio del Creador del Universo" .
Algunos pensadores musulmanes, la mayoría de origen sufí, como Ibn Hazm, Ibn Arabî, Rumi y Al Qurtubi, consideran a María Mensajera de Dios (Nabi), pero la gran mayoría le reconocen el nivel de santidad (Waliyah), aunque no hay duda de que el título que le dan los musulmanes a la Virgen María es Nuestra Señora María (Sayyidatuna Maryam).
En el Corán, el nombre Jesús se pronuncia nueve veces, mientras que el de la Virgen María dieciséis, demostrando su importancia.
En este sentido, Roger Du Paquier nos relata un hecho interesante que realizó Muhammad: “Cuando el Profeta, a la cabeza de las tropas musulmanas, se adueñó de La Meca, se dirigió a la Kaaba en la que limpió el interior de ídolos e imágenes, entre ellas la de Abraham, que estaba allí. Sin embargo, hizo la excepción con un icono de la Virgen con el niño. El Profeta la recubrió con sus manos y ordenó que hicieran desaparecer todas las demás pinturas y figuras.
¿Qué ocurrió después con este icono privilegiado?
Algunos creen saber que fue discretamente puesto en lugar seguro, pero las tradiciones son muy vagas a este respecto.
Lo esencial es sin duda que permanece el recuerdo de este gesto del fundador del islam.

 

Templarios en Córdoba



 

La Orden del Temple, cuyo nombre en origen era Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón, está rodeada de especulaciones y misterios. La propia Iglesia Católica que amparó su nacimiento durante las Cruzadas decretó también su disolución repentina en 1312 y desde entonces las leyendas y relatos míticos sobre su pervivencia han dificultado el discernir la realidad de la fantasía.

Lo que sí es cierto es que las posesiones de los Templarios se extendieron por toda la Cristiandad. Poseían edificios militares, monasterios, encomiendas, tierras de cultivo y hasta una potente red comercial. Para cuando el Papa Clemente V ordenó su disolución, previo paso por la hoguera de sus principales maestres y caballeros, había pasado justo un siglo de la batalla de las Navas de Tolosa, que marcó un antes y un después en el avance hacia el Sur de los reinos cristianos de la Península.

Debido a estas circunstancias, la presencia de Templarios en lo que fue territorio andalusí, especialmente en Córdoba, fue testimonial. Apenas tuvieron tiempo de instalarse aquí antes de desaparecer. «La presencia templaria en Córdoba es muy limitada, limitadísima, ya que muy poco después de asentarse en el Guadalquivir la orden es disuelta», relata el historiador José Calvo Poyato.

Aunque fuera durante poco tiempo, sí hubo templarios en Córdoba. El escritor José Manuel Morales, autor del libro 'Templarios', afirma que «está más que demostrado que estuvieron en Córdoba, y se sabe fehacientemente dónde».

Como poco, Morales cita tres sitios en donde es segura la presencia templaria. El principal fue la torre de la Calahorra, de cuya custodia se encargaron los caballeros del Temple hasta su desaparición. Y aquella era la principal puerta de entrada a la ciudad.

También ha testimonios de la presencia templaria en el barrio de Santiago, donde gestionaron un templo que Morales cree que podría ser la propia iglesia de la misma advocación. Y en Almodóvar del Río poseyeron un cortijo que aún lleva el nombre de la orden del Temple. «Se especula con otros lugares pero sólo estos tres son seguros», declara Morales.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Equipo de combate de los Templarios S.XII

 

1 Espada grande de doble filo
2 Hachas de arma y masa de arma
3 Ballesta
4 Arco turco
5 Fronde
6 Escudo de madera cubierto de cuero
7 Cota de malla normanda
8 Cota de malla

Españoles en las Cruzadas



Pelayo Galván.


Las referencias bibliográficas a Pelayo Galván son casi más escasas que la ingente cantidad de nombres por los que ha pasado a la historia. Según la crónica a la que se acuda, esta, esa, aquella o la de más allá, se le puede encontrar como Pelagio Calvani, Gaitán y hasta Paio Galvao. Y les prometo que son solo un puñado de ejemplos. Su historia, a cambio, es igual de heroica en todos los idiomas, dialectos y jergas. Este leonés fue legado papal en el siglo XIII, se convirtió en la cabeza religiosa de la Quinta Cruzada y lideró la conquista del puerto egipcio de Damietta –clave para la consecución de los objetivos de la Santa Cruz– en 1219.

Sin embargo, al bueno de Galván no le bastó con recorrer Oriente Medio y entregar Damietta al papa Honorio III y a los caballeros cruzados para lograr que su nombre fuese recordado ocho siglos después.

Créanlo. Sea porque su vida atesora más oscuros que claros –se pone en duda hasta el país en el que fue alumbrado–, sea porque era un hombre de mundo que se conocía la vieja Europa de extremo a extremo –lo que ha difuminado su figura–, la misión que acometió en la Quinta Cruzada se asfixia bajo la pila de héroes patrios que combatieron en la Península Ibérica contra los musulmanes. Una torre enorme, todo sea dicho.
Juventud y dudas

Pero vayamos por partes. Cuentan Navarrete y otros tantos historiadores que siguen su estela que Pelayo Galván era «natural de la provincia de León, en España, o de alguno de los pueblos vecinos». Esta teoría la sostienen hoy autores como Antonio García en su obra ‘ Derecho común en España: los juristas y sus obras’. Aunque obviar las fuentes que ubican su alumbramiento en Portugal o Italia sería faltar a la verdad. En el diccionario biográfico ‘Los cardenales de la Santa Iglesia Romana’, por ejemplo, se especifica que pudo «nacer hacia el 1165 en Guimares, una pequeña ciudad cerca de Braga, en Portugal» o en «Gusendos, cerca de los Oteros (León)». La duda sigue abierta.

Ya fuera más leonés que el botillo o más luso que el gallo de Barcelos, Galván sintió la llamada eclesial e ingresó en la orden benedictina cuando no sumaba todavía los quince veranos. Días mozos. Aunque son datos que cuesta corroborar y que Navarrete elude en su texto. Después, todavía en su juventud, se trasladó hasta París para cursar estudios en teología. Y fue precisamente allí donde compartió aula con Lotario dei Conti di Segni, el futuro Papa Inocencio III. Parecía destinado a la jerarquía eclesial, aunque todavía le faltaba camino para ello. Al poco, Galván fue nombrado sacerdote y regresó a la Península para ejercer como profesor de estudios religiosos.

Hasta aquí todo normal. Después se vio catapultado hacia la cúpula de la Iglesia. Narran las crónicas que Galván, al que Navarrete define como un hombre «de mucho espíritu y muy hábil, aunque de un carácter fiero y tenaz», fue enviado por el monarca Sancho I de Portugal a presentar sus respetos al ya flamante Papa Inocencio III. No parece descabellado que al pontífice le agradarse darse de bruces con un antiguo compañero de pupitre, porque le pidió que se quedase en Roma y le nombró vicecanciller de la Iglesia. Y de aquí al cardenalato en 1205, que se dice pronto, y a la suburbicaría de Albano, una de las diócesis más prestigiosas de la Ciudad Santa.

En esas andaba el bueno de Galván cuando Inocencio III convocó el Concilio Lateranense IV y llamó a los caballeros de la vieja Europa a «la Reconquista de Tierra Santa y la reforma de la Iglesia Universal». Tal y como explica el medievalista Francisco García Fitz en ‘ Cruzados en la Reconquista’, el Pontífice armó su idea sobre varias columnas: perdonar los pecados a aquellos que se embarcaran en la lucha contra el infiel (nada nuevo); ser indulgente con los que aportaran dinero que permitiera a la cristiandad reclutar mercenarios; proteger los bienes y las familias de aquellos que se marcharan a Oriente Medio y comprometerse a que la Iglesia sufragara un veinte por ciento de los gastos totales.

Pero Inocencio III no vivió para ver terminada su obra. El que la llevó a buen puerto fue su sucesor, Honorio III. De barbaza blanca y tez ruda, el nuevo pontífice tomó las riendas de la que sería la Quinta Cruzada poco después de la muerte de su antecesor. Su máxima: la ruptura del poder musulmán en Egipto para, a continuación, continuar hacia Jerusalén, el premio gordo. La empresa se inició en 1218 de la mano de Andrea II de Hungría, que organizó el ejército más grande de toda la historia de las Cruzadas. A él se sumaron personajes de la talla del monarca austríaco Leopoldo VI y caballeros como Jean de Brienne, ansioso por reconquistar el Santo Sepulcro.
Español en las cruzadas

Y hete aquí donde entra en escena nuestro olvidado Galván, a quien Honorio III seleccionó como nuncio y al que entregó la responsabilidad de dirigir a los cruzados hacia Egipto primero y Jerusalén después. Navarrete resume su colaboración en una sencilla frase: «Honorio III le hizo su legado para la expedición a la Tierra Santa, a donde condujo en el año de 1218 un refuerzo considerable de tropas y muchos príncipes y señores principales de la cristiandad». El objetivo del religioso era el puerto de Damietta, en la orilla oriental del Nilo. Un enclave protegido por tres murallas y una infinidad de torres de guardia y que, en la práctica, suponía uno de los corazones de la defensa musulmana.

El historiador Christopher Tyerman corrobora esta idea en ‘ The world of the crusades’ y añade que el nuncio fue el responsable de un gigantesco tesoro papal de 35.000 marcos de plata y otros 25.000 de oro. «Con él pudo sacar de la indigencia a algunos cruzados y contratar a aquellos soldados que buscaran un pago regular», desvela. En la práctica, Pelayo se convirtió en la cabeza visible del ejército a nivel religioso. Y eso, en un contingente donde el poder político se debatía entre varios líderes, es decir mucho. Navarrete es partidario que, más allá de honorarios, «supo hacerse respetar por los infieles» y «ganarse el amor de los cristianos».

Explica la doctora en Historia Medieval Ana Rodríguez López en sus muchas obras sobre las cruzadas que el legado papal inició la marcha antes del verano de 1218. Su ejército debió provocar pavor. Arribó a la ciudad en agosto, cuando Brienne ya había comenzado el cerco. «Las operaciones giraban en torno a bloquear la ciudad y someterla por el hambre porque la falta de madera impedía la construcción de máquinas de asedio», sentencia, en este caso, Tyerman.

A partir de entonces, el hispano se hizo cargo del ataque durante año y medio. Su némesis fue Al-Kamil Muhammad al-Malik, uno de los generales más reconocidos de Egipto. «Al-Kamel fue al encuentro con sus tropas, se asustó ante tan elevado número de enemigos y evitó enfrentarse a ellos. Instaló su campamento al sur del puerto de la ciudad de tal forma que podía ayudar a la guarnición sin verse obligado a entablar una batalla directa. La ciudad era una de las mejor defendidas de Egipto. Las murallas estaban rodeadas al este y al sur por tierra pantanosa, mientras que al norte y al oeste el Nilo garantizaba un nexo con Egipto», explica Amin Maalouf en ‘Las cruzadas vistas por los árabes’.

En la práctica Al-Kamel sabía que, o los cristianos tomaban el río, o no la cercarían de forma eficiente. Y este era cuasi imposible de conquistar por culpa de una gigantesca cadena ubicada entre el castillo y la alcazaba de la ciudad que impedía el acceso a los buques. La tarea era titánica, pero Galván, con ayuda de sus generales, ideó un plan para deshacer este nudo gordiano. «Durante tres meses vieron rechazados los asaltos a la alcazaba, hasta que se les ocurrió la idea de fijar dos grandes barcos y de construir sobre ellos una suerte de torre flotante que llegaba a la altura de la alcazaba. La tomaron por asalto el 25 de agosto y rompieron la cadena», completa el autor árabe.

La caída de la alcazaba provocó una tensión tal en el sultán egipcio que falleció de un ataque al corazón. Su sucesor no fue otro que Al-Kamel, quien propuso un curioso pacto a Galván. «Si los cruzados abandonaban la región, se comprometía a entregarles Jerusalén, toda Palestina central y Galilea, además de las reliquias de la Santa Cruz», añade Rodríguez. La última palabra recayó sobre el legado, como bien explica en su obra Maalouf: «La decisión final le correspondía a un tal Pelayo, un cardenal español partidario de la guerra santa a ultranza, al que el papa había puesto al frente de la expedición. Galván rechazó el pacto y tomó la urbe por la fuerza poco después ante una famélica y escasa guarnición el 5 de noviembre de 1219.

Pelayo, convencido, se propuso llegar entonces hasta Jerusalén, pero su figura cayó a un segundo nivel con la llegada de Federico de Hohenstaufen, rey de Alemania y de Sicilia. Poco después, cuando la cruzada perdió fuelle y se barruntaba el desastre, regresó a Europa. Sus últimos días los resume a la perfección Navarrete:

«Ya estaba de vuelta en Roma el año de 1224, y según las memorias de la iglesia de León falleció a 29 de febrero de 1230. A principios de aquel siglo pasó también a visitar los santos lugares de Roma y Jerusalén el famoso Don Lucas, después obispo de Tuy, con cuyo motivo estuvo en Francia, en Italia, en Grecia, en Armenia, en Constantinopla, en Tarso de Cilicia, en Nazareth y en otras varias partes del Oriente, como él mismo refiere; adquiriendo en estos viajes aquel caudal de erudición y conocimientos que le proporcionó las mayores dignidades de la Iglesia de España, y que la gran reina Doña Berenguela, madre de San Fernando, le nombrase su historiador por el reino de León, para perpetuar las hazañas de los reyes sus predecesores».

El periplo Templario

  • "La orden del temple es el gran agujero negro y, a la vez, pieza clave del medievo en Europa. El gótico de las catedrales, las leyendas de caballería, las Cruzadas y todo cuanto digno de mención ocurrió entonces está firmado por su mano invisible"
     
     
    Nunca se sabrá que objetivos llevaron a Jerusalem en 1.118 a Hugo de Payns y a sus ocho acompañantes, entre los que se encontraba Godofredo de Saint-Audemar, pero sí sabemos con certeza que fueron los fundadores de la Orden del Temple, asociación religiosa que intentaba armonizar la vida caustral y ascética del monje con la profesión Militar, teniendo por fin la defensa de los peregrinos que llegaban a Tierra Santa.
    En aquel entonces reinaba Balduino I, quien brindó una calurosa acogida a los "pobres soldados de Cristo", como Hugo de Payns y sus ocho caballeros se hacían llamar.
     

    Pasaron nueve años en Tierra Santa, alojados en una parte del palacio, que el rey les cedió, justo encima de las caballerizas del antiguo Templo de Salomón (de ahí el nombre de caballeros del Temple o Templarios).
    Cuando regresaron a Europa en 1.127, encabezados por Payns, fueron recibidos con los más altos honores, y allí les esperaba el padre invisible de la Orden, Bernardo de Clairvaux (que Dante situó en su "Divina Comedia" como el único hombre con acceso al cielo más elevado). Fue este monje quien redactó los reglamentos de la Orden y convocó el Concilio de Troyes en 1.128, al cual asistió el propio Papa Honorio II, donde fueron reconocidos oficialmente y se les impuso un manto blanco como distintivo; más tarde, Eugenio III, añadió una Cruz Roja Octogonal.


    Los rangos y honores que se establecieron en la orden fueron:
    Iniciación de un novicio
    Sirvientes (aspirantes)
    Escuderos
    Caballeros
    Priores comendadores
    Maestres
    Gran Maestre
    (a grosso modo)
     
    Cuando se llegaba a ser nombrado caballero, se juraba cumplir con los votos de pobreza, castidad y obediencia, con ello todos los bienes del recién iniciado pasaban a formar parte de la orden.
    Su desmesurado crecimiento material se debía a varias razones. En 1.139 consiguieron una bula papal que les excluía de la jurisprudencia, tanto civil como eclesiástica, con lo que no volvieron a rendir cuentas ni a reyes ni a obispos, únicamente al Papa. Además de los testamentos y donativos que recibían, también estaban las grandes fortunas de los nobles que entraban a formar parte de la orden. También podían recolectar dinero en todas las iglesias de occidente, una vez al año. Obtenían grandes beneficios comerciales con todo el excedente que obtenían de sus granjas y encomiendas.
     

    Hacia 1.170, la Orden se extendía por toda Francia, Alemania, España y Portugal, y apenas 50 años más tarde era el imperio económico, militar, político, religioso y científico más importante de Europa con:
    9.000 encomiendas (granjas y casas rurales)
    Un ejército de 30.000 caballeros (sin contar escuderos y sirvientes, artesanos y albañiles)
    Más de medio centenar de castillos
    Una flota propia de barcos (con puertos privados)

    La primera banca internacional
    Era la fortuna más grande de toda Europa, hasta el punto de que reyes como el de Francia o Aragón eran deudores del Temple. Alfonso I el Batallador, nombró en su testamento, como herederos del reino a los Templarios, aunque la nobleza aragonesa se opuso y logró que renunciaran a la herencia, a cambio de diversos dominios y privilegios que consolidaron su prosperidad en el reino.
     
    Los caballeros templarios durante una cruzada 
     
    El valor de los Templarios en la guerra contra los sarracenos se hizo proverbial. Cuando los musulmanes conquistaron Tierra Santa los caballeros del Temple se instalaron en Chipre. A partir del siglo XII se establecieron en las zonas fronterizas de Cataluña, Aragón, Navarra y Castilla, posición que les permitió participar en las conquistas de territorios musulmanes.
    Eran igual de eficientes con las cuentas como con las armas y la mayoría de los reyes les confiaban sus tesoros. Así a finales del siglo XII nació el primer banco transaccional, del que se tienen noticias. Incluso el rey de Francia , les confió sus tesoros y acabó siendo deudor de la orden. Este hecho junto con su conocida codicia por los bienes ajenos y el miedo que sentía por el poder militar del Temple, fue lo que le decidió a acabar con los Templarios en 1.307, iniciando un proceso inquisitorial contra la orden.
     
    Pero a pesar de todo lo anterior, 200 años más tarde fueron destruídos, sin oponer resistencia por su parte.
    En Francia, en 1.314, más de 15.000 caballeros del Temple fueron arrestados, sin aviso y sin más razón que un mandato real, y condenados a la hoguera y sus bienes pasaron finalmente a la corona. Un fuerte aliado de Felipe IV, fue el visir Nogaret, maquiavélico personaje que ideó el plan para la destrucción de la Orden. También se dio la circunstancia de que en un plazo de dos años murieron, misteriosamente, dos Papas (curiosamente enemigos del rey de Francia), y ocupó el trono papal Clemente V, una persona débil y manejable, que acató todas las pruebas presentadas contra los caballeros templarios: herejía, ritos blasfemos (como escupir y pisar la cruz en las iniciaciones de los caballeros), sodomía, adoración de falsos ídolos demoníacos como el misterioso Bafomet, etc.

    Nunca se pudieron demostrar estas acusaciones, aunque se conservan testimonios de caballeros templarios confesando lo que sus verdugos querían, bajo el poder de tremendas torturas.
    El Papa Clemente V suprimió la orden en 1.312, después del dictamen emitido por el Concilio de Vienne (1.311).

    En Aragón, el proceso inquisitorial se saldó con la dispersión de la orden, después de proclamarse su inocencia en un Concilio celebrado en 1.312 en Tarragona; en Valencia los bienes de la orden sirvieron para fundar la Orden de Montesa en 1.317. En Cataluña y Aragón los bienes fueron a parar a los caballeros hospitalarios y en Castilla a la corona.
    Jacques de Molay, quemándose en la hoguera
    El propio Jacques de Molay (XXIV Gran Maestre), fue quemado vivo el 19-3-1.314, tras siete años de prisión y tortura, frente al gran monumento gótico Nôtre Dame. Allí se retractó públicamente de cuantas acusaciones se había visto obligado a admitir, proclamó la inocencia de la orden e invitó a los culpables de todo aquello a unirse, en el plazo de un año, al juicio de Dios. Esta maldición se cumplió, el Papa Clemente V , Nogaret y Felipe IV murieron antes de finalizar el año, por causas naturales.
     
    Después de la extinción de la orden, cayó sobre Europa una etapa verdaderamente catastrófica; el continente se sumió en múltiples guerras (período conocido como la Guerra de los Cien Años).
    Pero con la muerte de Jacques de Molay no acabó la orden. Los caballeros que huyeron a otros países formaron nuevas órdenes como por ejemplo:
     
    En Portugal la de Cristo
    En Finlandia la de San Andrés
    En España la Montesa
     
    Hay escritos que señalan que un tal Marc Larmenius, sucedió a Molay en la jefatura de la Orden en Francia.
    Muchas son las teorías que circulan entorno a estos misteriosos caballeros, unas dicen que encontraron el Santo Grial, otras que descubrieron el Arca de la Alianza, enterrada en el Templo de Salomón; pero nunca sabremos la verdadera historia.
    Pero, ahora nos queda investigar....

Los Templarios y las Cruzadas


Con sus distintivos mantos blancos con una cruz roja, los caballeros templarios se encontraban entre las unidades de combate de las Cruzadas.
La organización existió durante casi los dos siglos en que los cruzados ocuparon tierras en el Medio Oriente.
 
En 1065 Jerusalén fue tomada por los turcos y 3000 cristianos fueron masacrados iniciando una cadena de eventos que contribuyeron a la causa de las cruzadas.
Los bandidos merodeadores atacaban a los peregrinos mientras intentaban hacer el viaje desde la costa hasta los lugares sagrados.
Los objetivos de las cruzadas fueron al principio liberar Tierra Santa (en particular Jerusalén) de los sarracenos y detener su avance contra el oeste, pero con el tiempo se extendió hasta liberar la península Ibéricade los Musulmanes.

Durante un período de doscientos años, Europa y Oriente Medio estuvieron envueltos en una guerra casi constante. A lo largo de este período hubo un movimiento continuo de cruzados hacia y desde Asia Menor y Egipto.
La primera cruzada, que duró desde 1095-1099, estableció el Reino Latino de Jerusalén, pero se fue perdiendo gradualmente hasta que la última ciudad cristiana, Acre, cayó en 1291.
Los templarios originales, los "Milites Christi" (Soldados de Cristo) eran guerreros formidables. Monjes-Soldados consagrados totalmente a Cristo. Su sacrificio era un paso muy difícil de dar. Y así se lo contaremos.

Qué es la Espada ? Su simbología



  • ¿Qué es una espada? Si planteáramos esta cuestión a personas de diferentes culturas o periodos históricos, todas ellas empezarían diciendo que se trata de un arma de filo de gran longitud. Y a la vez todas esas personas coincidirían en afirmar que la espada lleva asociados una serie de valores como justicia, nobleza o sentido del deber que la convierten prácticamente en un instrumento místico, cosa que no ocurre con ninguna otra arma.
    ¿Por qué razón la espada ha adquirido esta carga mística en todas las culturas? Para responder a esta cuestión, tenemos que remontarnos a la prehistoria, a la época en la que ciertos monos estaban terminando de dar los pasos necesarios para convertirse en humanos. Y que por aquel entonces empezaban a usar y fabricar herramientas
    Mucha gente cree que el uso de herramientas, o por lo menos su fabricación, son acciones típicamente humanas, fuera del alcance de los animales. Sin embargo, esta idea es incorrecta: determinados animales no sólo son capaces de servirse de elementos de la naturaleza (palos, piedras, etc.) para llevar a cabo una acción, sino que pueden incluso modificar dichos elementos para que sean mas eficaces para una determinada función. Por lo tanto, ni el uso, ni la fabricación de herramientas son actividades típicamente humanas.
    Hoy en día los antropólogos coinciden en que la primera actividad típicamente humana es la acción de corte por desgarro. En efecto, ningún animal no adiestrado es capaz de descubrir dicha acción por sí mismo. Si proporcionamos a un chimpancé una serie de piedras cortantes, las usará golpeando con ella el objeto a cortar (corte por percusión, como el que llevamos a cabo nosotros cuando usamos un hacha) pero jamás la usará seccionando (corte por desgarro, como el que llevamos a cabo con un cuchillo).
    El hombre primitivo descubre, pues, el cuchillo, y en seguida toma consciencia de que se trata de un elemento fundamental de cara a la supervivencia de la tribu. El cuchillo permite el mejor aprovechamiento de las piezas abatidas, facilita el sacrificio de los animales cautivos y hace posible el nacimiento de la cirugía en sus formas más toscas. El cuchillo es el patrimonio de toda la tribu, y no de un solo individuo, y toda la tribu se implica en su defensa ya que se trata de un elemento casi imposible de reemplazar.
    Cuando el ser humano comienza a tomar conciencia del más allá y aparecen las primeras manifestaciones religiosas, el cuchillo se incorpora a ellas. Nace con ello el cuchillo ritual, que representa la faculta de dar muerte, y que es el antecedente de nuestra espada.
    Por otra parte, la espada es mucho más simple que un instrumento; representa el máximo grado de desarrollo metalúrgico alcanzado por una determinada cultura. Su metalurgia era tan buena como lo eran sus espadas. Cada vez que la metalurgia daba un paso adelante (espadas de cobre, de bronce, de hierro, de acero…) caían antiguos imperios para dar nacimiento a nuevos.
    Desde el punto de vista simbólico, la espada, es también uno de los pocos elementos donde se combinan lo Cuatro Elementos: La Tierra, de donde surge el mineral; el Fuego y el Aire, usados en la fragua; y el Agua, usada para templarla.
    En la leyenda artúrica, la Espada es la contraparte del Grial, en el sentido de que ambos representan los arquetipos masculino y femenino. Es por ello que encontramos a la espada clavada en la Tierra, al principio, y surgiendo del Agua más tarde. Tanto la Tierra como el Agua son elementos femeninos y la espada actúa como elemento masculino. Nótese que esta dicotomía femenino-masculino ya aparece en las construcciones megalíticas (menhires y dólmenes), en el Antiguo Egipto (obeliscos y pirámides) e incluso nuestra arquitectura monumental actual sigue utilizando las mismas formas en, por ejemplo, rascacielos y cúpulas.
    De la Espada al Caballero
    Si la espada es, como hemos dicho, un arma especial, asociada a una serie de valores éticos y místicos, es lógico pensar que su portador sea también un guerrero especial, cuyas cualidades vayan mas allá de la habilidad en combate. Así es como de la espada, tal y como veremos, surge el concepto de caballero.
    La primera forma de organización militar históricamente conocida es la milicia, que está formada por civiles que defienden su propia aldea, normalmente armados con armas de fortuna (herramientas de labor, hachas, garrotes) y sin apenas organización militar, jerarquía de mando ni adiestramiento previo. E propia de culturas en las que la metalurgia es desconocida, o insuficiente para fabricar armas de guerra eficaces.
    Con el desarrollo de la metalurgia llegan las armas de hierro, y con ellas la necesidad de contar con ciudadanos expertos en su manejo. Surge con ello la figura del Hombre de Armas, cuyo único cometido es la guerra y que se agrupa en unidades sometidas a jerarquía interna, y que se encargan de la defensa del grupo que les mantiene.
    Ahora bien, el grupo civil enseguida toma conciencia de que dichos hombres de armas, establecidos para la defensa del grupo, pueden fácilmente en una amenaza para el mismo si deciden hacer mal uso del poder que les ha sido confiado. Así pues, surge la necesidad de un nuevo tipo de guerrero, que además de la habilidad en el combate aporte unos solidos principios éticos y morales. Surge así la figura del Caballero.
    Y ya que hablamos de caballeros, aprovechemos para aclarar un pequeño malentendido la palabra “Caballero” deriva de “Caballo”, pero un Caballero no es:
    * Ni un guerrero que lucha a caballo (un guerrero que lucha a caballo es un jinete)
    * Ni un guerrero que posee o es responsable de un caballo.
    Para aclarar este pequeño malentendido, hemos de retroceder a la antigua Roma. Hace 2.000 años, el caballo era un animal bastante distinto del que hoy conocemos, hasta el punto que se distinguen dos especies distintas: “Equus”, caballo de guerra, alto, rápido, parecido a nuestros actuales caballos árabes; “Caballus”, el caballo de carga, un animal bastante mas bajo y mas recio, parecido a nuestro Percherón.
    La palabra “Caballus” tenia su origen en antiguo vocablo griego cuyo significado es “Servidor”. Curiosamente, también la palabra inglesa “Knight” tiene su origen en una voz anglosajona con el mismo significado. E igualmente ocurre con la palabra japonesa “Samurái”, cuya traducción es, literalmente, “Servidor”.
    Vale la pena reseñar que junto con la figura del Caballero surge también la de Escudero, cuya función primitiva no era sólo la de asistir al caballero antes y durante el combate, sino, sobre todo, la de intentar recuperar las armas de éste si cayera en combate, para intentar evitar que cayeran en manos del enemigo.
    ¿Qué representa ser Caballero en el mundo moderno?
    Empecemos por lo más básico: un Caballero es un ser humano, hombre o mujer, a quien la providencia ha dotado de una espada, y tiene la obligación de ser digno de ella.
    Ser caballero no es un derecho. es un deber.
    Ser caballero no es un honor. Es un motivo para vivir con honor en un mundo sin honor.
    Ser caballero no es un privilegio. Es una obligación.
    En cuanto somos conscientes de tener en nuestras manos una espada, adquirimos la obligación de vivir cada instante como caballeros, intentando estar a la altura del don recibido de Dios.
    Ser caballero consiste en servir a Dios a través de los demás.
    En proteger la Creación, la Justicia y luchar porque siempre prevalezca el poder del Amor.
    ¿Y cuál es nuestra espada?
    Solemos decir que, en el siglo XXI, la espada del templario es la palabra. Pero esta afirmación, en realidad, no es correcta, porque ¿acaso los profanos no tienen también el don de la palabra?
    No, la espada de un caballero es su ACTITUD ante la vida. Su capacidad de no estar indiferente ante una injusticia, su espíritu solidario, su voluntad de cambiar el mundo, y su voluntad de no rendirse ante las dificultades.
    La primera pregunta que un caballero debe hacerse es, por lo tanto, si lleva su espada habitualmente. Si esa actitud de inconformismo y esa voluntad de actuar para defender la justicia le acompaña realmente a dondequiera que va. Si no es así, no es un caballero digno, y sin duda la Providencia le privará pronto de su espada.
    ¿Cómo se usa la espada?
    La espada no debe usarse ni demasiado, porque se mellará, ni demasiado poco, porque se oxidará en su funda.
    Efectivamente, un caballero debe saber escoger sus batallas. Si dispersa su energía y atención sobre demasiados frentes, inevitablemente, empezará a coleccionar fracasos, que menguarán su entusiasmo, embotarán el filo de su espada y terminará por abandonar. Por el contrario, si se acostumbra a la inactividad y a la autocomplacencia, llegará un momento en que será incapaz de extraer la espada de la funda, y no será más que un profano que porta un peso muerto y sin valor.
    Suele decirse, y es una gran verdad, que una espada necesita beber sangre con una cierta asiduidad para conservar su fuego.
    Afilar la espada
    Cada vez que llevamos a cabo una iniciativa, surgen problemas, contratiempos y pequeñas o grandes frustraciones que mellan el filo de nuestra espada. Dichas frustraciones deben ser eliminadas y olvidadas lo antes posible, no podemos jamás cometer el error de “aceptarlas” en nuestra arma. Si no lo hacemos así, nuestra querida espada será cada vez menos eficaz, hasta llegar a convertirse en un mero escaparate de nuestros fracasos. La espada debe volver a la funda más afilada de lo que salió.
    Un antiguo proverbio dice “la adversidad es la piedra en la que afilo mi espada.
    Epílogo: La incomprensión del mundo profano.
    El mundo profano, materialista y racional, que a todo atribuye un precio y a nada da valor, jamás podrá entender el idealismo templario ni los valores que representa una espada. Maldecirá mil veces la oscuridad antes de encender un fuego, y se dejará vencer por el mundo antes que dar un paso para cambiarlo. Contemplará a los templarios con aire de condescendencia no dudará en calificar el templarismo, con sus mantos bancos y capas, de “cuento de hadas” sin aplicación práctica.
    Vale la pena en estos momentos una famosa frase de G.K. Chesterton y que resume magníficamente el espíritu del Temple: “Los cuentos de hadas no se crearon para enseñar a los niños que los dragones existen, sino para recordarnos a todos que no hay dragón que no pueda ser vencido”.