martes, 8 de septiembre de 2020

Reino de Jerusalém II


Fundación e historia inicial

La Primera Cruzada se inició como consecuencia del Concilio de Clermont, convocado por el papa Urbano II en el año 1095. Su principal objetivo era la reconquista de los Santos Lugares. El Reino como tal nació con la toma de Jerusalén en 1099, el punto álgido de la Cruzada. Godofredo de Bouillón, duque de Lorena y uno de los principales jefes de la Cruzada, fue elegido como primer rey. No obstante, rehusó tomar dicho título, alegando que un hombre no debía llevar una corona donde Cristo había llevado la corona de espinas; en su lugar, eligió el título de Advocatus Sancti Sepulchri (Defensor del Santo Sepulcro). La fundación del Reino de Jerusalén quedó finalmente asegurada con la derrota del Egipto fatimí en la batalla de Ascalón.

Al principio hubo ciertas dudas sobre cómo debería organizarse políticamente el territorio. Algunos cruzados pensaban que debía ser gobernado como una teocracia por el papa, una idea que el legado papal, Dagoberto de Pisa, trató de imponer en 1100. Godofredo posiblemente hubiera estado de acuerdo con ello y hubiera intercambiado el reino teocrático de Jerusalén por uno secular en Egipto, pero durante su corto reinado se sentaron en Jerusalén las bases de un reino secular, pese a los esfuerzos de Dagoberto. Rápidamente se estableció una jerarquía católica que sustituyó a las autoridades cristianas ortodoxas griegas y sirias: un patriarca latino se instaló en Jerusalén, y con él gran número de obispos y arzobispos que dependían de él. Godofredo murió en 1100. Su hermano y sucesor, Balduino I, optó claramente por una monarquía secular al estilo de las de Europa occidental. Balduino no era tan escrupuloso como su hermano, y se hizo coronar rey de Jerusalén (aunque Dagoberto, entonces patriarca latino de Jerusalén, se negó a coronarlo en dicha ciudad y la ceremonia tuvo lugar en Belén).

Balduino extendió con gran éxito las fronteras del reino, conquistando los puertos de Acre (1104), Beirut (1110) y Sidón (1111), al mismo tiempo que ejercía su soberanía sobre otros Estados cruzados: el condado de Edesa (que él había fundado), el principado de Antioquía, y más tarde, cuando se conquistó Trípoli, el condado de Trípoli. Igualmente tuvo éxito en su defensa del reino frente a las sucesivas invasiones musulmanas que tuvo que afrontar: la de los fatimíes de Egipto, a los que venció en Ramala y en diferentes lugares al sudoeste del reino; y la de los musulmanes de Damasco y Mosul, en el noreste, en 1113. Asimismo, fue testigo de un aumento en el número de habitantes latinos, debido a que la pequeña Cruzada de 1101 trajo consigo refuerzos para el reino. Las ciudades-estado italianas de Venecia, Pisa y Génova comenzaron a jugar un papel muy importante en el reino. Sus flotas ayudaban a la toma de los puertos, donde posteriormente se les concedían barrios en los que tenían gran autonomía económica. Balduino también repobló Jerusalén con cristianos nativos, después de su expedición más allá del río Jordán en 1115. De todos modos, el reino nunca superó su aislamiento geográfico de Europa, ni fue capaz de aumentar sus fronteras más hacia el Este con el fin de crear un frente con más posibilidades de defensa. Durante la mayor parte de su historia, el reino estuvo confinado a una estrecha franja de tierra entre el Mediterráneo y el río Jordán; los territorios allende del Jordán estaban sujetos a guerras y constantes razias, que finalmente provocaron su caída.

Balduino I murió sin herederos en 1118, y le sucedió su primo, Balduino de Le Bourg, conde de Edesa. Balduino II fue igualmente un rey capaz y supo hacer frente a los ataques de fatimíes y selyúcidas. En su reinado se estableció la primera de las órdenes militares, y las fronteras del reino siguieron ensanchándose con la captura de la ciudad de Tiro en 1124. La influencia del reino de Jerusalén se extendió igualmente sobre Edesa y Antioquía, en las que Balduino II actuó como regente al morir sus gobernantes en el campo de batalla, aunque Balduino mismo fue derrotado y puesto en prisión por los turcos selyúcidas varias veces a lo largo de su reinado, y el propio reino de Jerusalén debió ser gobernado por un regente. Las hijas de Balduino se casaron con familiares del conde de Edesa y del príncipe de Antioquía. Su hija Melisenda fue declarada su heredera y le sucedió a su muerte en 1131.

Vida en el reino

La población del reino fue siempre escasa: aunque constantemente llegaba un pequeño flujo de colonos y nuevos cruzados, la mayor parte de los que habían luchado en la Primera Cruzada volvieron a sus casas sin más. Los latinos no fueron más que el estrato superior situado sobre los musulmanes nativos y la población siria. No obstante, Jerusalén pasó a ser conocida como Outremer, palabra francesa que significa Ultramar, y, conforme las nuevas generaciones crecían en el reino, comenzaron a considerarse orientales en vez de inmigrantes. Así, en muchos sentidos, se comportaban más como los orientales (sirios) que como los europeos occidentales de aquellos días. Con frecuencia aprendían griego, árabe y otros idiomas orientales. Asimismo establecían enlaces matrimoniales con griegos y armenios. Tal y como el cronista Fulquerio de Chartres escribió: nosotros que éramos occidentales ahora nos hemos convertido en orientales.

Godofredo de Bouillon.

Fulquerio, un participante en la Primera Cruzada, continuó su crónica hasta 1127. Después no hay ningún testigo de lo ocurrido en Jerusalén hasta la llegada de Guillermo de Tiro, arzobispo de Tiro y canciller de Jerusalén, quien comenzó a escribir alrededor de 1167 y murió hacia 1184. No obstante, sus escritos incluyen mucha información sobre la Primera Cruzada y los años transcurridos entre la muerte de Fulquerio y su tiempo. Desde el punto de vista musulmán, están las memorias de Usama Ibn Munqid, un soldado y embajador de Damasco en Jerusalén y Egipto. Estas memorias, Kitab al i'tbiar, incluyen un relato muy vivo de la sociedad cruzada en el este. El resto de la información se puede obtener de viajeros tales como Benjamín de Tudela e Ibn Yubair.

Demografía

El reino de Jerusalén se basó en un sistema feudal similar al de la Europa de su tiempo, aunque con importantes rasgos propios. Para empezar, el reino ocupaba sólo una pequeña franja de terreno y disponía de escaso terreno agrícola. En la zona, a diferencia de la Europa medieval, la economía había sido predominantemente urbana desde tiempos inmemoriales. Aunque la nobleza técnicamente poseía tierra, prefería vivir en Jerusalén o en otras ciudades, cerca de la corte. Al igual que en Europa, los nobles poseían sus propios vasallos, al tiempo que ellos mismos eran vasallos del rey; sin embargo, la producción agrícola se regulaba por el equivalente musulmán del sistema feudal (denominado itqa), sistema que no fue cuestionado por los cruzados. Aunque los musulmanes (al igual que los judíos y los cristianos orientales) fueron perseguidos en las ciudades (y a los musulmanes al principio se les prohibió la entrada en Jerusalén), en las zonas rurales continuaron viviendo como antes. El rais, jefe de la comunidad musulmana, era una especie de vasallo del noble propietario de la tierra en la que vivía, pero como de hecho los nobles cruzados eran terratenientes absentistas, el rais y su comunidad tenían un alto grado de autonomía. Cultivaban alimentos para los cruzados, pero no estaban obligados a un servicio militar como los vasallos europeos.

Las ciudades-estado italianas, por su parte, no pagaban nada a pesar de poseer barrios en las ciudades portuarias. Como resultado de todo ello, los ejércitos cristianos solían ser pequeños y estar compuestos por individuos pertenecientes a las familias francesas de las ciudades. El mayor problema de la sociedad cruzada era que un elevado porcentaje de la población estaba constituido por peregrinos y soldados que sólo permanecían allí durante un tiempo. Por esta razón, nunca llegó a consolidarse una sociedad occidental estable y, por lo tanto, se hizo necesario recurrir a la población local en busca de efectivos militares.

La carencia de soldados se solucionó parcialmente con la creación de las órdenes militares. Los templarios y los Caballeros Hospitalarios, órdenes creadas en los primeros años de la historia del reino, con frecuencia tomaban el lugar de los nobles en el campo de batalla. Aunque su cuartel general estaba en Jerusalén, los caballeros habitaban generalmente en enormes castillos y eran gobernados directamente por el papa, no por el rey. Eran autónomos y, técnicamente, no estaban obligados a un servicio militar, aunque de hecho participaron en la mayor parte de las batallas.

Balduino IV de Jerusalén.

En el siglo XIII, Juan de Ibelín escribió un listado de los feudos y los caballeros que los gobernaban; desgraciadamente, este listado refleja el reino en el siglo XIII y no da indicación alguna de la población no noble y no latina.

Economía

La composición básicamente urbana de la zona, junto con la presencia de los mercaderes italianos, llevó al desarrollo de una economía que tenía mucho más de comercial que de agraria. Palestina desde siempre había sido un cruce de caminos en el que se encontraban diferentes rutas comerciales; ahora este comercio se extendió hasta Europa. Los productos europeos, tales como las lanas del Norte de Europa, llegaron hasta Oriente Medio y Asia, mientras que los productos asiáticos llegaban a Europa. Jerusalén se dedicó especialmente al comercio de la seda, algodón y especias; otros productos que se dieron a conocer en Europa por primera vez, debido al comercio iniciado por este reino, fueron las naranjas y el azúcar. De este último producto diría Guillermo de Tiro: es muy necesario para la salud y la humanidad.

Jerusalén, a su vez, obtenía beneficios a través de los tributos, en primer lugar de las ciudades costeras que aún no había conquistado, y después de los Estados vecinos como Damasco y Egipto, a los que no pudo conquistar directamente. Una vez Balduino I extendió sus dominios allende el Jordán, Jerusalén también obtuvo beneficios de las tasas que cobraba a las caravanas que cruzaban de Siria a Egipto o Arabia. Esta economía monetaria permitió que el problema de la escasez de efectivos militares se solucionase recurriendo a contratar mercenarios, algo poco habitual en la Europa medieval. Los mercenarios podían ser cruzados europeos, o bien, con más frecuencia, soldados musulmanes, como los famosos turcopolos.

Gobierno y sistema legal

Con las conquistas de la Primera Cruzada, la tierra fue repartida entre los vasallos leales a Godofredo de Bouillón, creándose de este modo un gran número de señoríos dentro del reino. Así continuó con los sucesores de Godofredo. Además, el rey era asistido por varios funcionarios estatales. Dado que los nobles tendían a vivir en la ciudad en vez de en el campo, su influencia sobre el rey era mucho mayor de lo que era habitual en Europa. Los nobles constituían la Alta Corte de Jerusalén (Cámara Alta), una forma inicial de parlamento que asimismo se estaba ya desarrollando en Europa. La Cámara Alta estaba formada por los obispos y los nobles más importantes, y era la responsable de confirmar la elección del nuevo rey (o la regencia si se daba el caso), recaudar impuestos, acuñar moneda, asignar dinero al rey y reclutar ejércitos. La Alta Corte era el único órgano judicial para los nobles del reino, y actuaba en casos como asesinato, violación y traición, o simplemente en disputas entre señores feudales, tales como recuperación de esclavos, venta y compra de feudos, y carencias de servicios. Los castigos podían llegar a la confiscación de la tierra y exilio, o, en casos extremos, a la muerte. Las primeras Leyes del Reino fueron establecidas, según la tradición, durante el corto reinado de Godofredo de Bouillón, pero lo más probable es que fueran promulgadas por Balduino II en 1120, aunque en realidad no ha sobrevivido ninguna ley escrita anterior al siglo XIII (los llamados Assizes de Jerusalén).

Había otras cámaras o tribunales de menor importancia, para latinos no nobles, así como para no latinos: La Cour des Bourgeois era el tribunal para los latinos no nobles, y también había una tribunal especial, como el Cour de la Fond y el Cour de la Mer, utilizados por los mercaderes en las ciudades costeras. Los tribunales islámicos continuaron como antes de la invasión, y asimismo los tribunales de los cristianos orientales, aunque los crímenes capitales eran juzgados también en la Cour des Bourgeois (o incluso la Alta Corte, si el crimen era lo suficientemente severo).

El rey era el presidente de la Alta Corte, aunque legalmente era primus inter pares. El rey y dicha cámara se localizaban normalmente en Jerusalén, pero el rey podía hacer reuniones (cortes) también en Acre, Nablus o Tiro, o donde se diera el caso. En Jerusalén, la familia real vivía en el palacio y aledaños, que se situaban en los alrededores de la Torre de David, o bien, como alternativa, en el monte del Temple, donde los Caballeros Templarios tenían su cuartel general.