jueves, 20 de agosto de 2020

Historia general de la Orden II

Historia por territorios ( resumen practico )

En la Corona de Aragón

Artículo principal: Templarios en la Corona de Aragón

La orden comienza su implantación en la zona oriental de la península ibérica en la década de 1130. En 1131, el conde de Barcelona, Ramón Berenguer III, pide ingresar en la orden. En 1134, el testamento de Alfonso I de Aragón cede su reino a los templarios, junto a otras órdenes, como los hospitalarios o la del Santo Sepulcro. Este testamento sería revocado, y los nobles aragoneses, disconformes, entregaron la corona a Ramiro II, aunque con numerosas concesiones a las órdenes para que renunciaran, tanto de tierras como de derechos comerciales.

Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y príncipe de Aragón, pronto alcanzaría un acuerdo con los templarios para que colaboraran en la Reconquista: la concordia de Gerona, en 1143. Por ella recibieron los castillos de Monzón, Mongay, Chalamera, Barberá, Remolins y Corbins, junto con la Orden militar de Belchite de Lope Sanz. También les favorecía con donaciones de tierras y con derechos sobre las conquistas (un quinto de las tierras conquistadas, el diezmo eclesiástico, parte de las parias cobradas a los reinos taifas). Según estas condiciones, cualquier paz o tregua tendría que ser consentida por los templarios, y no solo por el rey.

Como en toda Europa, la orden se enriqueció con numerosas donaciones de padres que no podían dar un título nobiliario más que al hijo mayor, y buscaban cargos eclesiásticos, militares, cortesanos o en órdenes religiosas.

El castillo de Monzón en Aragón

En 1148, por su colaboración en las conquistas del sur del Patrimonio del Casal de Aragón, los templarios recibieron tierras en Tortosa (de la que quedaron como señores, tras comprar las partes del príncipe de Aragón y conde de Barcelona y de los genoveses) y en Lérida (donde se quedaron en Gardeny y Corbins). Tras una resistencia que se prolongaría hasta 1153, cayeron las últimas plazas de la región y los templarios recibieron Miravet, en una estratégica situación sobre el río Ebro.

Tras la derrota de Muret, que supuso la pérdida del imperio transpirenaico aragonés, los templarios se convirtieron en custodios de Jaime I el Conquistador, heredero a la corona, en el castillo de Monzón, el cual contó con apoyo templario en su campaña en Mallorca (donde recibirían un tercio de la ciudad, así como otras concesiones en ella), y en Valencia (donde de nuevo recibieron un tercio de la ciudad).

Los templarios se mantuvieron fieles al rey Pedro III de Aragón, permaneciendo a su lado durante la excomunión que sufrió a raíz de su lucha en Italia contra los angevinos de Francia.

Finalmente, se asentaron en Aragón gracias a la absorción de la Orden del Santo Redentor, de Teruel, en 1196, que a su vez se había beneficiado de la disolución de la Orden de Monte Gaudio en 1188, fundada en Alfambra.

En la Corona de Castilla

Los templarios ayudaron a repoblar zonas conquistadas por los cristianos, creando asentamientos en los que edificaban ermitas bajo la advocación de mártires cristianos, como es el caso de Hervás, población del Señorío de Béjar.

Ante la invasión almohade, los templarios lucharon en el ejército cristiano, venciendo en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) junto a los ejércitos de Alfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón.

En 1265, colaboraron en la conquista de Murcia, que se había levantado en armas. En recompensa, recibieron Jerez de los Caballeros, Fregenal de la Sierra, el castillo de Murcia y Caravaca.

En Portugal

El castillo de Soure en Portugal

Los templarios serían una orden bien asentada en Portugal. Entran en tiempos de la condesa Teresa de León, de la que reciben el castillo de Soure en 1127 a cambio de su colaboración en la Reconquista. En 1145 reciben el castillo de Longroiva por su ayuda a Alfonso Henriques en la toma de Santarém. En 1147 reciben el castillo de Cera, cerca de Tomar, que se convertiría en su sede regional.

Tras la bula papal ordenando su disolución, los reyes portugueses cambiaron el nombre de la orden en Portugal por el de Orden de Cristo, aunque con sustanciales diferencias respecto a la Orden del Templo original, sobre todo en cuanto a regla, votos y forma de elección de los cargos.

En Inglaterra, Escocia e Irlanda

En Inglaterra, país muy unido a Francia dado que en la época el rey inglés era a la sazón duque de Normandía y señor de numerosos feudos franceses, la Orden estuvo presente desde sus inicios.

Aunque su presencia no se extendió como en Francia, fue de vital importancia, tanto territorial como políticamente. De hecho, Ricardo Corazón de León fue un benefactor de la Orden y uno de sus magnates, hasta el punto que su escolta personal la componían templarios y que, a su muerte, fue enterrado con su hábito. Asimismo, Guillermo El Mariscal, considerado el mejor caballero de su época, les tuvo mucha simpatía.

En Polonia

Los templarios no tuvieron presencia en Polonia hasta el siglo XIII, cuando el príncipe silesio Henryk Brodaty les cedió propiedades en las tierras de Oławy (Oleśnica Mała) y Lietzen (Leśnica). Más tarde Wladyslaw Odonic les donaría Myślibórz, Wielka Wieś, Chwarszczany y Wałcz. El príncipe polaco Premislao II de Polonia les entregaría Czaplinek. La Orden llegaría a tener en Polonia al menos doce komandorie (comendadores), que según algunos historiadores pudieron ser hasta cincuenta. A pesar de su lejanía de Tierra Santa y del Mediterráneo, que era el centro de la Orden, en Polonia llegaría a haber entre ciento cincuenta y doscientos caballeros, mayoritariamente de procedencia germánica. El número de caballeros polacos es difícil de estimar. Tras su disolución, la inmensa mayoría de ellos se pasaron a la Orden de los Caballeros Hospitalarios o a la de los Caballeros Teutónicos.

En Hungría

La presencia de los templarios en Hungría, así como en la mayor parte de Europa Oriental, se debió al afán colonizador de los monarcas de aquella región. Los caballeros del Temple nunca tuvieron grandes propiedades en suelo húngaro, pues allí las órdenes Teutónica y del Hospital fueron las más favorecidas. Sin embargo, contaron con un mínimo de dos casas en Hungría central, una en Esztergom y otra en Egyházasfalu, además de un castillo en Léka. En Croacia (entonces parte del reino húngaro) tuvieron varias fortalezas, como las de Vrana y de Kliss, y fue esta la región donde ejercieron más influencia. Los registros sobre la extinción de la orden bajo el reinado de Carlos I de Hungría son muy escasos, por lo que resulta difícil reconstruir lo que sucedió. Tras la disolución de la orden, sus propiedades pasaron a manos de los caballeros hospitalarios, que también heredaron el título de ispán de Dubica, ostentado hasta entonces por el maestre templario.

Para mas informacion en España recomendamos la lectura del libro Codex Templi, comentado en este Blog.