miércoles, 13 de diciembre de 2023

El Temple VXII

 


La humildad es un valor fundamental en la Orden del Temple. Esta institución cristiana y filantrópica se dedica a ayudar a las familias necesitadas y a las personas en situación de exclusión social, defendiendo valores caballerescos como el respeto, la humildad, la templanza y el amor al prójimo.

Uno de los símbolos de la Orden del Temple es un sello que muestra a dos caballeros montados en un mismo caballo, que se interpreta como una alusión a sus votos de pobreza y humildad.

En la Orden del Temple, la humildad se considera una forma de grandeza. Según sus enseñanzas, la verdadera grandeza no requiere la humillación de los demás, sino el reconocimiento de la propia pequeñez. Además, se enfatiza que las personas humildes realizan tareas ordinarias como si fueran extraordinarias.

Por lo tanto, la humildad en la Orden del Temple se manifiesta tanto en su labor social como en su filosofía y enseñanzas. 

Ademas, San Bernardo de Claraval dota a la Orden valores inapelables y de estricto cumplimiento en su regla, los cuales deben ser cumplidos ex-profeso, bajo juramento al ser recibido en su seno, como en la vida del Templario. Dicho incumplimiento, de alguno o varios de ellos, pueden acarrear graves sanciones desde la mas leve pena a la expulsión de la misma.

La Orden del Temple defiende varios valores fundamentales, entre ellos:

Verdad: Los templarios se esfuerzan por buscar y defender la verdad en todas sus formas.
Justicia: La Orden del Temple se compromete a promover la justicia, tanto en sus propias acciones como en la sociedad en general.
Libertad: Los templarios valoran la libertad de pensamiento y acción, y luchan por protegerla.
Defensa de la Iglesia y la Cristiandad: La Orden del Temple se dedica a la defensa de la Iglesia y la cristiandad.
Pobreza: Los templarios hacen voto de pobreza, lo que refleja su compromiso con la humildad y el desapego de los bienes materiales.
Castidad: Los miembros de la Orden del Temple hacen voto de castidad, lo que refleja su compromiso con la pureza y la santidad.
Obediencia: Los templarios hacen voto de obediencia, lo que refleja su compromiso con la disciplina y el respeto a la autoridad.

Todo esto, con preferencia y en principio deben estar en conjunto con una Ética caballeresca, no la del siglo, sino a la Idea de Bernardo, de su Caballería de Dios, sus monjes soldados, haciendo una mezcla de dicha ética, despojándola de lo mundano, haciendo al monje soldado, y al soldado monje... dándoles valores cortesanos, a lo sacro, a la Guerra Santa, a vivir, luchar y morir por Dios.

 Esta ética caballeresca en la Orden del Temple es un conjunto de normas y valores que los caballeros templarios debían seguir. Estos incluyen:

Nobleza: Los caballeros templarios eran nobles de corazón, no solo de sangre.
Cortesía: Se esperaba que los caballeros templarios trataran a todos con respeto y cortesía.
Fuerza física: Los caballeros templarios debían ser fuertes, no solo para luchar en las batallas, sino también para resistir las tentaciones y mantener su voto de castidad.
Valentía: Los caballeros templarios eran valientes, dispuestos a dar su vida por su fe y por la protección de los peregrinos cristianos.
Lealtad: Los caballeros templarios eran leales a su Orden, a la Iglesia y a sus hermanos caballeros.
Virtuosismo: Los caballeros templarios debían esforzarse por ser virtuosos en todas sus acciones.
Inteligencia: Los caballeros templarios valoraban la inteligencia, necesaria para tomar decisiones estratégicas en el campo de batalla y en la gestión de la Orden.
Belleza moral: Los caballeros templarios debían aspirar a la belleza moral, reflejada en sus acciones justas y virtuosas.
Presencia física: Los caballeros templarios debían mantener una presencia física digna, reflejada en su manto blanco, símbolo de pureza y castidad.
Comportamiento adecuado: Los caballeros templarios debían comportarse de manera adecuada en todas las situaciones, reflejando su nobleza y cortesía.
Estos valores y normas formaban parte del código que los caballeros templarios debían conocer, jurar y salvaguardar de por vida.