martes, 21 de septiembre de 2021

El Templario


 El templario era un caballero, pero su condición de soldado de Cristo lo alejaba del libertinaje y el laicismo que envolvía a la caballería seglar, porque a diferencia de ésta, que lo hacía por la fama, el honor y el reconocimiento público, los caballeros templarios luchaban con la mente pura y limpia, y no lo hacían en su propio beneficio sino en el de Dios, la Iglesia y los cristianos.
Como monjes, los templarios deberían profesar los votos de pobreza, castidad y obediencia, y además, en su condición de soldados, la de defender Tierra Santa con su propia vida si fuera necesario. Para ello, el Temple se dotó de una autonomía extraordinaria: sólo obedecerían al papa y a su maestre. Por supuesto, el Temple no fue la primera milicia religiosa de la Historia, pero sí la primera institución cristiana que hizo compatible la dualidad entre la oración y la espada en un mismo individuo.
En este nuevo modelo de organización, el individuo no contaba en absoluto. A diferencia de la caballería, donde las proezas individuales son alabadas y donde la destreza del caballero es el paradigma de la fama y la fortuna, en el Temple el triunfo individual no se reconocía, nada se poseía de modo privado, todo debía ser realizado para mayor gloria de la Orden.
Toda esta lucha en nombre de Dios no duraría por mucho tiempo, puesto que la misma Iglesia los traicionó revelaría en su contra y acabaría purgándolos en las llamas por herejía.