jueves, 18 de agosto de 2022

El Temple XI


La regla.

La autoridad de Bernardo se hizo sentir. Y el Abad recibió el mandato de redactar las reglas de la nueva orden. La historiadora y filóloga Simonetta Cerrini ha realizado un cuidadoso trabajo de reconstrucción sobre la base de la biografía de las principales personalidades, religiosas y laicas presentes en el Concilio.

Además del anciano fundador del Císter, Esteban Harding y otros miembros destacados de la orden cisterciense había muchas personas afines a orientaciones espirituales y políticas de Bernardo, como si estuviera preparado  durante mucho tiempo el terreno para la aprobación de la orden, y el prólogo de la regla no oculta que en el seno del Concilio hubo discusiones e incluso oposición en lo tocante a ciertas costumbres que los compañeros de Payens habían observado hasta ese momento. Pero se puede decir sin exageración que en la práctica Bernardo lo organizó una auténtica red de consenso para aquel proyecto que entonces ya compartía por completo, llegando a buen puerto, se estableció que los frailes continuarán viviendo de acuerdo con las costumbres, de que Hugo y sus camaradas ya habían practicado en el pasado, las cuales se pusieron en consideración del Concilio.

Se corrigieron, se enriquecieron y recibieron la aprobación canónica como regla de la nueva orden, también en el plano espiritual. Bernardo bautizó el temple imprimiéndole su sello personal, aunque dentro del respeto a su originaria impronta, Agustina, los frailes tendrían un estilo de vida conventual muy similar a los cistercienses, pero en lo referente a la liturgia continuarían ateniéndose al ordinario empleado a los canónigos del Santo Sepulcro. 

Además, debemos observar que se tendría como es bien sabido en Bernardo que la orden estaría dando un culto especial a la Virgen, la  cual se haría como base de su más estimada fe, estaría dedicada  a su culto,y eterna Presencia.