lunes, 2 de noviembre de 2020

Guillaume de Sonnac


 Guillaume de Sonnac (muere en la Batalla de El Mansurá, 11 de febrero de 1250) fue el decimoctavo Gran Maestre de la Orden del Temple entre los años 1247 y 1250.

Sonnac nació en la ciudad de Rouergue e ingreso en la Orden muy joven, ocupando en poco años el cargo de Gran Maestre en la provincia de Pouilles. El Blasón que adoptó fue el de la Casa y perteneció a la Orden Interior, fue un experto en la Alquimia y mandó que los archivos de la Orden fueran reorganizados, guardándolos después en un lugar seguro.

Se sabe que participó en la toma de Damietta y que murió en la batalla de El Mansurá, el 11 de Abril de 1250, después de haber perdido un ojo el 8 febrero, durante los primeros combates de dicha batalla.

Batalla de El Mansurá, El ejército franco fue derrotado y el Rey de Francia fue hecho prisionero. Pero el gonfalón baussant nunca será tomado y el mariscal Renaud de Vichiers lo llevará de regreso a Saint-Jean-d'Acre.

Su Magisterio tuvo un trágico final en la primera Cruzada del Rey Luis IX de Francia. En Damieta salvó al Rey Luis, pero no pudo evitar que el el 11 de febrero de 1250, la catastrófica acción del Conde de Artois, que se saldó desastre de la batalla de El Mansurá, en el que murieron más de doscientos Templarios incluido el Maestre Sonnac.

Pertenecía a la familia Sonnac, uno de los linajes más destacados de la región del Rouergue.

De Sonnac es un Gran Maestre excepcional; era sagaz y prudente, destacaba también en la diplomacia y en el arte de la guerra y en el combate. Durante su Magisterio se hace de dominio público que los Templarios mantienen buenas relaciones con los Musulmanes.

El escritor Boulanger en su libro “La vida de San Luis” nos escribe:

“El Gran Maestre del Temple y el Sultán de Egipto sellaron una Paz tan buena que ambos se hicieron practicar una sangría en la misma escudilla” Esto nos demuestra las buenas relaciones que de Sonnac mantenía con los musulmanes, especialmente con el Sultán del Cairo; Al Ayoub.

Una leyenda nos cuenta que Sonnac habia sido recibido en la Caballería musulmana y que sus hermanos de Oriente lloraron por su muerte diciendo: “Era como uno de los nuestros”.