jueves, 12 de mayo de 2022

Iglesia de Bordón




Derrocha gracia y salero en sus explicaciones, con la deriva del humor inteligente y exento de clichés. Paquita Cebrián no nació en Bordón, pero lleva muchísimos años viviendo en el pueblo, y nadie sabe más de la iglesia de la Virgen de la Carrasca que ella. Docente de profesión desde siempre, disfruta en su retiro de una agradable tarea; mostrar el templo y ahondar en su historia, tanto la oficial como la oficiosa.

“Es una iglesia construida por los templarios en el siglo XIII; hacia finales del siglo estaba terminada. No había pueblo entonces; los templarios tenían castillos en Mirambel, Cantavieja y Castellote, lugares unidos por un camino real que pasaba por nuestra actual plaza. Aquí había buenos pastos, y ellos tenían rebaños de ovejas cuidados por pastores; uno de ellos halló en una carrasca vieja una escultura de una mujer con un niño pequeño, algo que pasó mucho en la Edad Media”.



Paquita sonríe con cierta pillería. “Enseguida pensaban que era la Virgen María, aunque también cabe la posibilidad de que fuera una figura de culto a la maternidad… se llevó, como mandaba la tradición, a la iglesia más cercana, que era la de Castellote; dicen que al día siguiente, la imagen apareció de nuevo en la carrasca, porque ahí es donde quería estar. ¿Tenéis pueblo y allí pasó algo parecido? Me lo dicen muchos visitantes... ¿eran milagros, o estrategias para que se hiciera una construcción o poblamiento en un lugar donde interesaba? Aquí hacía falta una hospedería en la orilla del camino: talaron unas cuantas carrascas y construyeron una ermita para alojar la imagen, además de una hospedería”.


Paquita arguye que la necesidad hubo de terminar en este punto, pero la cosa se ‘complicó’ un poco. “Los viajeros que pasaban por Bordón solían pedir la lluvia para las cosechas; comenzaron las peregrinaciones de los pueblos cercanos, y a veces llovía durante las plegarias, lo que multiplicó la fama del lugar. Pronto hubo riñas para entrar primero en la ermita; los templarios decidieron derribarla y hacer una iglesia mayor, sin capillas ni coro, más convento y casa contiguos”.
El tritono

Muchos visitantes vienen atraídos por el misticismo y el supuesto atractivo esotérico de la edificación. “Todo viene –explica paquita– de las aspas en el techo, que según los especialistas en esoterismo simbolizarían simetrías alusivas al efecto del tritono, la llamada ‘nota del diablo’, un sonido metálico estridente que aturdía. Hay quien lo asocia también a prácticas de meditación; por otro lado, se ven pintadas dos cabezas muy siniestras que representarían el hecho de sacar la maldad de adentro y renacer como un ave fénix. Son creencias medievales”.


En 1307 los templarios cayeron en desgracia, y en 1312 el papa Clemente V abolió la orden por decreto, sin declaración de herejía para que sus posesiones no quedaran manchadas al pasar a sus nuevos propietarios; en este caso, los hospitalarios. “Hicieron reformas, además de delimitar un término para Bordón y vender tierras a particulares. En 1399 se añadió una primera capilla, que hizo para enterrar a un matrimonio de hidalgos ricos en su cripta. Posteriormente se harían las demás capillas”. Las últimas reformas son del siglo XVIII.