sábado, 3 de octubre de 2020

Ermita de San Bartolomé de Ucero


Si todo el Cañón del Río Lobos embelesa, lo que más fascina es el enclave en el que está

situada la actual Ermita de San Bartolomé o San Bartolo, como la llaman popularmente.

La actual Ermita es heredera de una abadía de la que se tiene documentación a partir de

1477. Anteriormente, y según la tradición, debió ser la iglesia del convento templario de

San Juan de Otero, tal y como afirmaba el historiador de la diócesis, Juan Loperráez, en1788.

El nombre de este convento y su ubicación en la tierra de Soria figura en una bula del Papa Alejandro III, despachada el 10 de octubre de 1170, siendo citada posteriormente por Francisco Radas de Andrada (1572), Argote de Molina (c. 1588), Pedro Rodríguez de Campomanes (1747), Juan de Mariana (1789) y Santiago López (1813). Ahora bien, investigadores hay que dudan de su ubicación en San Bartolomé de Ucero; el último ha sido Gonzalo Martínez Díez, que localiza San Juan de Otero nada menos que en el cerro de San Juan, en la mojonera de los términos de Peroniel del Campo, Tozalmoro y Mazalvete. La falta de documentos ha dado pábulo a diversas localizaciones. El entorno de la Ermita ha sido habitado desde la Edad del Bronce. Nos encontramos, por tanto, ante una zona milenaria de hábitat humano, como corresponde a este paso natural entre la vega del Ucero y el alfoz de Lara. Pasaje estratégico que fue utilizado en uno de los "Mil Caminos de Santiago". Lo recóndito del enclave y la función estratégica y de peregrinación que ten fa el Cañón debieron ser, junto con otras circunstancias, las razones que impulsaron a los monjes guerreros de la Orden del Temple a establecerse en este enclave equidistante de los dos puntos más extremos de la geografía peninsular, los cabos de Creas y Finisterre, como descubriera años atrás Juan García Atienza.

Tres santos se conjugan en el lugar Santiago Apóstol, San Bartolomé y San Juan. Del primero, que recogió el simbolismo iniciático de Hércules e incluso de San Miguel Arcángel, hay dos leyendas. Una dice que donde se le cayó la espada allí fue edificado el templo, y otra indica que saltó con su caballo y una huella de la herradura quedó insculpida en la piedra.

Por otro lado, el crismón del ábside es el emblema más característico, junto con la "Pata de Oca", de la cofradía de constructores "Hijos del Maestro Jacques" (Santiago, en francés), que perdura hoy día en Francia como "Compañeros Pasantes del Deber". El crismón, en sí, ofrece un rico simbolismo y es característico de los "Mil Caminos de Santiago", sobre todo del "Camino Francés". Por si esto fuera poco, en el altar mayor de la Ermita de San Bartolo está representado iconográficamente Santiago Matamoros, cuya festividad se celebra el 25 de julio, es decir, un mes y un día después de San Juan y un mes antes de San Bartolomé, eje de una romería el 24 de agosto.

Curiosa es tal coincidencia, como lo es el hecho de que la advocación a San Juan no aparezca por ningún lado en la Ermita y, sin embargo, sí haya perdurado la presencia de los otros dos santos, cuyas fechas conmemorativas en la liturgia católica suceden mes a mes a San Juan Bautista, el que bautizó a Cristo en el Jordán (la Ermita, no hay que olvidarlo, está junto al río Lobos).

El evangelio de San Juan -el único esotérico de los evangelios canónicos-fue muy querido por el Temple, como también aconteciera entre los cátaros, gnósticos y alquimistas. San Juan Evangelista y San Juan Bautista son el Jano latino en el esoterismo simbólico y se vinculan al simbolismo solar, cual fue la "mística" templarla. 

Curiosamente, en un canecillo situado sobre la capilla meridional, puede observarse la figura de un pulpo que, astrológicamente, está asociado al Signo zodiacal de Cáncer y, por tanto, al solsticio de verano, según René Guenón. Además, la etimología griega de "lobo" se relaciona con la luz y el lobo fue un animal emblemático de Apolo, dios hiperbóreo de la luz.

En el simbolismo tradicional pueden invertirse los sentidos interpretativos. No es por ello extraño que investigadores diversos, entre ellos Manuel Nonídez García, M. Angel Salinas y Alejandro Aylagas Mirón, consideren que el topónimo "otero" se refiere a un otear espiritual, dirigiendo la mente y las funciones psíquicas hacia el alma, a lo que hoy llamamos inconsciente personal y colectivo.

Nonídez y Salinas afirman, además, que en la noche de San Juan se ve desde este enclave la constelación Sagitta (La Flecha) señalando al norte el Camino de Santiago.

Asimismo, declaran que si se unen diferentes Ermitas e iglesias de la zona con líneas rectas conforman figuras similares a las constelaciones de Sagitta y Cynus, luego podría hablarse también de un "otear" astrológico, según estos autores. Pero la clave cabalística del topónimo "otero" se encuentra, a mi juicio, en su raíz latina, altarium, que significa altar, de ahí que, dado el simbolismo esotérico templario, se pueda afirmar que San Juan de Otero no es otra cosa que "Altar de San Juan".

Podríamos encontrarnos, no obstante, con dos lagares diferentes que respondiesen a San Juan de Otero. El enclave de la actual Ermita de San Bartolomé, con su río al lado, "Cueva Grande" y telurismo de la zona, sería el "Altar de San Juan", es decir, el sitio escogido para algún tipo de iniciación esotérica de la mística solar templarla. Por contra, San Juan de Otero exotérico podría haberse situado -como afirmaba Florentino Zamora Lucas- sobre el cerro u otero que domina a Ucero y en el que se construyó el castillo (posiblemente templario durante un tiempo) y la Ermita anexa, hoy prácticamente derruida.

Asimismo, la presencia templarla se ha preservado en la parroquial de Ucero, donde puede verse un Cristo Templario (como así conocido) aunque es, al parecer, del s. XV En su fachada puede observarse una estela en la que puede advertirse la forma de una cruz templarla, Además, la propia parroquia tiene la advocación a San Juan.

Las claves esotéricas son, pues, variadas. A las ya dichas hay que agregar el simbolismo iniciático subyacente del patrono de la Ermita, San Bartolomé, que está representado en un bajorrelieve del altar mayor San Bartolomé era uno de los pocos santos que honraba por todo lo alto la Orden del Temple, como así lo indica el artículo 78 de la Regla establecida por S. Bernardo de Claraval. Según Juan García Atienza hay otros diez lugares en España con enclaves templarios donde aún se festeja a San Bartolomé, de quien se dice que fue desollado vivo, lo cual nos está advirtiendo sobre una vinculación simbólica con la serpiente, que está dotada de un simbolismo tan complejo como fascinante y vinculada a los "lagares de poder". Más pistas tas nos las aporta el propio topónimo del Cañón, puesto que el lobo era uno de los tres grados iniciáticos en las Cofradías de Constructores, como sucedía con el mono. Pues bien, nos encon tramos en el Cañón del Río Lobos y en la Ermita vemos varios canecillos con cabezas de lobos y alguno con la figura del mono. Además, el lobo era el animal emblemático del dios ligur Lug, del que se ha encontrado una estela en Uxama (a 15 kms.).) similar a otra hallada en Suiza (Lugoves, Además, el telurismo del lugar nos remite esotéricamente a los "lagares de poder-Lug".". Así mismo, el propio topónimo de Ucero podría derivar de Lug, puesto que ha sido muy común la desaparición de la "I" en la toponimia derivada de Lug, como afirma Louis Charpentier. También podría derivar Ucero de "Lucero", redundando así en la toponimia griega de "Lobo", y vinculándose esotéricamente con Apolo