domingo, 28 de mayo de 2023

Tienes mas memoria que un Templario

El hecho de haberse constituido con la importante prioridad de aprender a leer, escribir y ponerse al corriente de todas las ciencias que hasta el momento eran conocidas en el mundo medieval, y decidir luego convertirse en profesores y consejeros de los caballeros aspirantes que lograban acceder a la Orden, de los suboficiales, soldados, armigueros y fámulos, adquirió la virtud de hacer destacar a los de la Orden del Templo sobre todas las demás órdenes militares y religiosas que fueron contemporáneas de ellos.

Para llevar a buen puerto este humano compromiso, y siendo conscientes de que no eran solo monjes, sino también soldados, se vieron en la necesidad de cambiar el «ora et labora» (reza y trabaja), por el «pugna et labora» (lucha y trabaja), que ellos cumplieron al pie de la letra desde su constitución hasta su trágico final. 

En sus bailías, encomiendas y casas, no faltaron nunca caballeros que dedicaban sus horas libres a llevar los libros de contabilidad. Cobros de alquileres de casas que tenían arrendadas, tierras, animales, ventas, así como los gastos que sus posesiones ocasionaban. Todo era religiosamente apuntado en sus libros de registro. Ellos siempre sabían cuáles eran sus ganancias o —como ocurría en muy pocos casos—, sus pérdidas. 

En estos libros mencionados también eran apuntados y archivados cuidadosamente cuantas promesas les eran hechas por medio de epístolas de donaciones, contratos de herencia y, sobre todo, donaciones de reyes y grandes señores.


Como todos los libros mencionados iban pasando de generación en generación, nada quedaba olvidado. Ninguna promesa se les podía hacer por escrito porque, por muchos años que pasaran desde que había sido prometida, había que pagarla. 

Para ver hasta que punto llegaba la memoria de los templarios de cuanto ellos administraban o se le había prometido, vamos a contar un hecho que les ocurrió. Sabemos que la mejor forma de conquistar una ciudad codiciada por un rey era prometiéndola como donación a los soldados del Templo. Los reyes estaban al tanto de esta circunstancia y algunos se aprovechaban de ello.

 En el año de la Encarnación del Señor de 1191, el rey don Alfonso II, en un escrito oficial dictaba a su escribano que les daba a los del Templo a completa perpetuidad el castillo de Pulpis (Castellón), y la villa que daba nombre a estas fértiles tierras.

Todo lo dicho anteriormente, lo donaba el rey cuando todavía el castillo y la villa se encontraban bajo el dominio de los musulmanes.

En el año 1233, cuarenta y dos años después de haberles sido hecha la promesa escrita, los templarios, que como ya hemos dicho anteriormente tenían una memoria prodigiosa porque todo lo llevaban escrito, encontrándose con suficientes hombres para emprender la conquista, atacaron y recuperaron el lugar para los cristianos. 

Acto seguido, tal como tenían concedido en carta de donación firmada por su abuelo, le escriben a Jaime I y le reclaman el castillo y la villa de Pulpis.

De ahí viene ese refrán que dice: «tienes más memoria que un templario».