jueves, 4 de mayo de 2023

El evangelio de Juan


¿A qué nos referimos por contenido propio? Material exclusivo o muy ampliado en relación a cualquiera de los otros evangelios, eventos sin clave estrictamente histórica. Por ejemplo: las bodas de Caná, el diálogo con la mujer samaritana, las curaciones del ciego de nacimiento y del paralítico de la piscina, la resurrección de Lázaro, el lavado de los pies, la presencia de María Virgen directamente ante la Cruz y la misericordia para con la mujer adúltera. Este último episodio fue además interpolado tiempo después, ya que no se encuentra en las versiones más antiguas del texto joánico, no emplea su vocabulario y podría insertarse perfectamente en un evangelio como Lucas, también conocido como el “evangelio de la misericordia”.

El padre Brown enfatizó en que el texto tuvo un proceso gradual de escritura hasta su elaboración final. Se reconocen dos secciones importantes del mismo: el llamado “evangelio de los signos”, quizá basado en una fuente anterior y una tradición oral de fe, donde Jesús realiza una serie de señales para "desocultar" su realidad y para que la gente crea en él; y el “evangelio de la gloria”, centrado en una revelación cerrada a sus discípulos, la preparación para la muerte, el pasaje doloroso por la Cruz y la Resurrección. Ambas secciones se distinguen por cómo usan un leitmotiv, siendo éste para la primera el ministerio del Nazareno, a quien “todavía no había llegado su hora”, y para la segunda, el momento de su glorificación, “la hora” de redimir al mundo a través de su pasión.

Añadido después, el prólogo del Evangelio tiene un carácter distinto, semejante a un himno coral que delinea un Génesis fundamentado en el Logos, la palabra o proyecto de Dios, que tradujo lo numénico sagrado, trascendente puro e incognoscible, en una persona, el Cristo encarnado. “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”, modelo quintaesencial de los credos cristianos y empleado para la liturgia eucarística latina desde el Papa Pío V, en la misa tridentina, hasta el rito actual emanado del Concilio Vaticano II.

Por su parte, el texto del Evangelio se basa en confesar la preexistencia de Jesús y en su identidad con el Padre. Por ello, todos los debates con los fariseos no versan sobre el “Sabbat” o la Ley mosaica, como ocurre en los evangelios sinópticos, sino acerca de una sugerida divinidad de Jesús identificado con la luz, la vida y el camino total. El Reino escatológico tiene menos importancia y adquiere relieve una verdad interior soteriológica que Jesús identifica consigo mismo. Israel pierde importancia en el texto, su sentido redentor autorreferencial o en tanto institución de lo auténticamente moral como pueblo historialmente específico, si bien mantiene una relevancia simbólica relacionada con los profetas, la fe verdadera y la fidelidad. Asimismso, no se emplea la palabra “apóstoles”, comprendidos en Marcos, Mateo y Lucas como la reinstauración de las doce tribus hebreas en esas figuras en torno al Mesías. Se habla solo de "discípulos" y emerge otro sentido más universal, de iglesia ético-católica, una crítica más abierta y dura a las autoridades judías y un empleo metafórico y dignificador constante de los samaritanos. Esto último hace plausible la hipótesis de Juan Mateos, jesuita y exegeta bíblico, quien sostiene que el texto bien pudo escribirse en Samaria.

En otro aspecto, se ha especulado entre especialistas del Nuevo Testamento y el mundo antiguo sobre las posibles tendencias gnósticas minimalistas del evangelio de Juan. Si bien esto es posible y se liga a la factura general y muy singular del texto, por lo que conviene tomarlo en consideración, pienso sin embargo que hay objeciones de carácter insoslayable respecto a este punto de vista.

El evangelio joánico es muy simple, tomando en cuenta su campo semántico sencillo y a veces reiterativo, con algunos elementos crípticos probablemente no satisfactoriamente resueltos. No obstante, es metafóricamente rico y sí tiene una relación de oposiciones en su narrativa que podría entenderse como gnóstica: oscuridad / luz, ignorancia / conocimiento, vida desde las genealogías del mundo / nacer de nuevo. Por ejemplo, Nicodemo va a Cristo en la noche, la ignorancia, para encontrarse con la verdad que lo espera; Judas, tras su traición, se pierde para siempre en esa noche.

Empero, hay al menos un elemento que claramente no es gnóstico en el Evangelio de Juan o que, en todo caso, no calza con las doctrinas más comunes entre los grupos gnósticos. El texto insiste enfáticamente en la resurrección corporal de Jesús, quien afirma, post mortem y vuelto a la vida, no ser una aparición fantasmagórica, sino que se le puede tocar; incluso come con sus discípulos e invita a Tomás a palpar sus heridas. Esto es muy contrastante si se toma en cuenta que distintos grupos gnósticos oponen espíritu y materia, relegando el cuerpo a un estado de ilusión, falsedad o incluso a un principio malvado. La resurrección en sentido corporal carece de sentido para el gnosticismo, al menos para el más genérico. Resucitar podría verse como un "reaprisionar" al Logos en una cárcel. Por ello, muchos textos apócrifos de esta factura (por ejemplo, el evangelio de Judas) descartan o no contemplan el sentido redentor de la Pasión y la resurrección de los cuerpos, ponderando en su lugar la trascendencia hacia la luz espiritual por medio de un saber hermético o vía la “Gnosis”.

Considero que el evangelio de Juan es una radicalización de la teología proto-ortodoxa, vetero y deutero paulina, de comunidades cristianas del primer siglo de nuestra era que fueron configurando paulatinamente la llamada Gran Iglesia. Doctrina cuya quintaesencia sería la divinidad de Jesús, en tanto una verdad nacida en los creyentes y un rol escato-soteriológico. Llega a proponer la eternidad de la persona que es el Logos crístico, noción que no se sugiere, al menos no de forma clara, en el epistolario auténtico y pseudo epigráfico de Pablo de Tarso, quien, no obstante, ya deificaba de forma poco sistemática, más bien homilística, a su Señor.

Esta teología es claramente distinta del judeocristianismo o mesianismo de Jesús, con cierto remanente en el Evangelio de Marcos y basado en la redención de Israel, aunque abierto a los demás pueblos que podrían redimirse en torno a éste, por obra exclusiva de Dios y su mesías como soberano apocalíptico del Reino. También se distingue de aquellas mentalidades variadas que denominamos gnósticas, presentes siglos atrás en Oriente y reanimadas en el Mediterráneo.

Alejandro Massa Varela