lunes, 11 de octubre de 2021

El huevo órfico


 


El huevo órfico, un huevo con una serpiente enroscada alrededor de abajo hacia arriba, es el símbolo antiguo y más importante de los misterios órficos que hicieron eterno a Orfeo, Maestro que existió alrededor del 500 A.C.
Los griegos tomaron prestados antiguos rituales y el propio nombre de Orfeo, que se convirtió en el mascarón de proa de una misteriosa religión que prometía la vida después de la muerte y la inspiración del poder divino.
En la tradición esotérica el huevo órfico representa el alma del filósofo, la serpiente simboliza los Misterios. El huevo significa el Cosmos como rodeado por el Espíritu creativo ardiente. Al igual que otros símbolos antiguos, esto es, en parte, también es un reflejo de los misterios de la existencia, como se ve en la naturaleza. Si comparamos este místico símbolo del huevo y la serpiente con la información teórica y práctica sobre el camino del conocimiento, encontramos grandes similitudes entre los dos: El huevo, símbolo de la tierra, en torno al cual la serpiente (símbolo femenino, como es el luna) se enrolla. La serpiente en espiral se asemeja a la trayectoria que nuestra luna toma la cabeza y la punta de la cola de la serpiente que representa la posición de la luna en su aparente detención en órbita.
Bachofen escribe: «En la religión, el huevo es símbolo de fundamento material originario, del origen y comienzo de la creación, el arché genésos. El fundamento material originario de las cosas que da a luz a toda vida y que abraza a ambas, a la generación y a la destrucción. Esto significa que encierra en él el aspecto de la luz y el de las sombras de la naturaleza al mismo tiempo. El huevo originario órfico es mitad blanco y mitad negro o rojo, al igual que Tifón, la fuerza destructora, que es representado de color rojo. Estos colores se transforman de continuo uno en otro, como la vida y la muerte, el día y la noche, la generación y la destrucción, y en la medida que avanza la destrucción se activa la fuerza creadora. Generación y destrucción discurren en todo momento una junto a otra. La vida de todo organismo telúrico es el efecto de la combinación de una doble fuerza, la creadora y la destructora».