lunes, 17 de octubre de 2022

La Orden Tercera del Temple



Quizá tengamos que explicar por qué la Orden del Temple se vio en la necesidad de crear la “Orden Tercera” y admitir caballeros casados: la Orden, como todos sabemos, comenzó únicamente con los caballeros profesos que hacían voto de castidad y profesaban para siempre. Llegó un momento en que los que se comprometían a profesar para siempre y juraban el voto de castidad comenzaron a escasear, así que, ante la dificultad de reclutar caballeros que engrosaran las filas de los templarios, la Orden no tuvo más remedio que abrir la mano y crear dos clases más de caballeros: los Caballeros Seglares, que entraban solteros y se comprometían a no casarse  y a ser castos mientras duraba el tiempo que ellos mismos habían elegido para servir (fraters ad terminum), y los caballeros de la Orden Tercera, que podían entrar indistintamente casados o solteros, e incluso, casarse una vez dentro de la Orden. El artículo LV de su regla así lo dice: “De qué modo se tengan o reciban los hermanos casados. —Os permitimos tener hermanos casados de este modo—: que si piden el beneficio y participación de vuestra hermandad, la porción de hacienda que tuviesen ambos, y los demás adquiriesen, la concedan a la unidad común del Capítulo después de la muerte, y entretanto, hagan honesta vida y procuren hacer bien  a los Hermanos; si el marido muriese antes, deje a los Hermanos su parte y la otra quede para la subsistencia de la mujer; esto consideramos justo: que habiendo los Hermanos Profesos prometido castidad a Dios, que semejantes Hermanos, o sea los de la Orden Tercera, que vivan fuera de la Encomienda, en sus casas con sus mujeres e hijos, si los tuvieren. Y estén siempre prestos para acudir ipso facto cuando sean llamados por sus superiores.

La antorcha


El origen de la antorcha olímpica proviene de la mitología griega, directamente del portador original: Prometeo. Según narra el mito, este titán robo el fuego de los dioses con el fin de entregárselo a la humanidad. Este fuego representa la divinidad del hombre, el cual tiene como destino convertirse en su propio Dios. Este pedazo de llama también representa la chispa del sol, debido a la adoración de los griegos hacia los astros. Esta es la razón principal por la que las sociedades secretas brindan reverencias a este Dios, ya que filosóficamente representa el mismo proceso de iluminación que debe de atravesar un iniciado para alcanzar su completa divinidad.
Simbólicamente el acto de sostener la antorcha simboliza la adquisición de la "chispa divina", necesaria para convertirse en su propio "dios". Este es el eje central de diversas escuelas místicas y sociedades secretas como la masonería, el rosacrucismo y los illuminati. Esta es la antorcha de la iluminación mediante del conocimiento, una iluminación dada también por Lúcifer, que en latín significa "el portador de la luz". Esta supuesta coincidencia se debe a que los dioses griegos eran las mismas entidades mencionadas en la Biblia como dioses paganos, falsos dioses o demonios. Durante el viaje de Pablo para anunciar el evangelio, se encontró con los diversos dioses griegos y las filosofías humanas que estos veneraban.
"Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría." - Hechos 17:16 

La industria del cine es usada para impulsar estas doctrinas bajo una selección de simbolismos masónicos. Así tenemos que Columbia Pictures representa la llama de la iluminación sobre una pirámide escalonada, muy usado en el simbolismo masónico, a través de su personaje:'Columbia'. Una mujer vestida como una diosa romana con una antorcha que aparece en la pantalla frente a unas nubes celestiales. Detrás de ella aparece la leyenda “Columbia” en letras mayúsculas. Esta escena ha aparecido millones de veces en cines y hogares de todo el mundo.
En cuanto a Semiramis se unió con su hijo-esposo Nimrod, de esta unión nació un hijo que se llamó Tamuz. Cuando Nimrod murió, su «madre-esposa» fue quien lo sepultó. Pero Semíramis quiso mantener el poder en Babilonia y afirmó que Nimrod había ascendido al cielo y se había convertido en el sol. Desde este momento, el culto al sol se transformaría en el más antiguo del mundo. Así pues, Semíramis sería el modelo sobre el que se diseñó la Estatua de la Libertad. Ella es el símbolo de una de las corporaciones mundiales más conocidas en el mundo: 'Starbucks Coffee', la cual -para algunos- escondería un símbolo satánico.
Semíramis también ha sido objeto de películas mudas y sonoras, como La cortigiana di Babilonia (The Queen of Babylon, 1954) o Duelo de reyes (Io Semiramide, 1963); óperas como Semiramide de Rossini o Semíramis reconocida de Meyerbeer; obras como Sémiramis de Voltaire o una breve mención en Tito Andrónico de Shakespeare; también pinturas del siglo XVIII como «Semiramis inspeccionando un plano de Babilonia» de Jean-Simon Berthélemy, entre otros muchas y de otras épocas y estilos

Templarios españoles más famosos: un recorrido por la Orden en la península


Los templarios son la orden religiosa y militar más estudiada a lo largo de la historia, fascinando tanto a novelistas como historiadores. Hablar de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón, conocida como la Orden del Temple, es hablar de una de las órdenes militares cristianas más poderosas de la Edad Media.

Fue fundada en 1118 para proteger a los fieles y rescatar Jerusalén de la ocupación turca. Aunque la mayoría de ellos tuvieron un trágico final, con hoguera incluida, los templarios españoles apenas sufrieron castigo gracias a que contaban con la protección de monarquías locales. El refugio que tenían en la península era la corona de Aragón, y también el norte de España, donde tuvieron siempre una situación privilegiada.

Alrededor de los estos caballeros existe un gran halo de esoterismo, leyendas y enigmas. En España la Orden del Temple tuvo una gran importancia. Su legado aún sigue vivo en castillos, iglesias, monumentos y en numerosas novelas donde se cuentan sus hazañas gracias a los templarios españoles más populares.
 

Ramón Berenguer III, el primer templario español

En 1127 los templarios llegaron a Aragón, manteniendo desde entonces una estrecha relación con el conde Ramón Bereguer III, casado con una de las hijas del Cid Campeador. Este colaboró con numerosas donaciones y privilegios para la Orden y accedió a ella en 1130.

El Conde de Barcelona, cerca de morir, decidió ingresar a los templarios por dos motivos principales. En primer lugar, para limpiar sus pecados y ser acogido por Dios. El segundo motivo fue que así los templarios se asentasen en la Península y expulsaran a los musulmanes. Así se convirtió en el primer templario español.

En su testamento, cedió el castillo de Grañena de Cevera a los templarios. Esta acción lo convirtió en un personaje de gran importancia histórica por su ayuda a la Orden, colaborando así en su asentamiento en España.

Guillem de Montredon, maestre de la orden en el Castillo de Monzón

Guillem de Montredon fue uno de los templarios más importantes en la península. Ingresó en la Orden del Temple en 1203. Años más tarde, fue nombrado comendador de Gardeny, uno de los centros templarios de la Corona de Aragón. Después fue nombrado comendador de Masdeu en la corte del rey Pedro II, acompañándolo en sus campañas militares.

Cuando falleció el rey fue nombrado Maestre de Aragón, Cataluña y Provenza en 1213, adquiriendo entonces un papel esencial. El infante Jaime estaba retenido por Simón IV de Montfort, consiguiendo su liberación tras negociar en Roma con el papa Inocencio III, quién lo liberó y lo entregó a la Orden.

Desde entonces, el templario Guillem de Montredon fue el protector y educador de Jaime I y de su primo hermano Ramón Berenguer V en el Castillo de Monzón. Permaneció siempre al lado de Jaime, siendo su fiel consejero hasta su fallecimiento en Barcelona.
 

Arnaldo de Torroja, templario catalán de gran importancia

Arnaldo de Torroja, conocido como Arnau de Torroja fue un caballero catalán, procedente de una noble familia de Solsona. Ingresó a la Orden en 1180 y fue el noveno Gran Maestre. Perteneció a la corte de Ramón Berenguer IV y participó en la conquista a los árabes de Lleida y Tortosa.

Debido a esto accedió a la Orden del Temple, elegido para suceder a Eudes de Saint-Amand como Gran Maestre en la provincia de Aragón y Provenza. Viajó a la Tierra Santa en tres ocasiones para diferentes campañas militares y negoció una tregua con Saladino, uno de los grandes gobernadores en el mundo islámico.

En 1184, era la máxima autoridad de la Orden. Viajó entonces a Verona para reunirse con el papa Lucio para conseguir apoyo en los estados Latinos debido al creciente poder militar de Saladino. Sin embargo, durante el viaje cayó enfermo y falleció, en Verona, en 1184.
 

Gilbert Hérail, uno de los templarios más jóvenes

El templario Gilbert Hérail nació en Aragón, descendiente de una familia militar noble. Ingresó muy joven, siendo nombrado Gran Comendador. Años más tarde, en 1193, fue elegido Gran Maestre de la Orden, siendo así el duodécimo.

Estuvo envuelto en una gran disputa con el papa Inocencio III. El papa confirma los privilegios otorgados al Temple, pero Gilbert decide mantener la paz entre musulmanes y cristianos. Debido a esto, las tensiones entre los Templarios y Hospitalarios se incrementan, aprovechando estos últimos para recuperar castillos y algunas tierras.

Además, durante su mandato la Orden participó en la Reconquista de la península. Como consecuencia de esto, el rey Alfonso II de Aragón, agradeciendo a los templarios los servicios prestados, donó la fortaleza de Alfambra. En 1200 Gilberte fallece, justo al comienzo de la Cuarta Cruzada.
 

Pedro de Montaigú, maestre en la Tercera Cruzada
 

Pedro de Montaigú nació en Aragón e ingresó a la Orden en 1218, cuando llegó a Acre durante la Tercera Cruzada. Fue el decimoquinto Gran Maestre de los templarios. Además, perteneció a la Cruzada de las Navas de Tolosa y fue Maestre de Provenza, Cataluña y Aragón.

Junto con el rey Juan de Brienne, regente de Jerusalén, conquistó Damieta, ingresando así a la Orden. Fue templario hasta su muerte en 1232, teniendo una gran importancia debido a su habilidad para el combate.
 

Berenguer de Cardona, penúltimo maestre de Aragón

El templario Berenguer de Cardona fue el penúltimo Maestre de la Corona de Aragón, gestionó todas las posesiones de la Orden en esta zona de la península hasta que el Papa Clemente V la suprimió debido a las presiones del rey francés Felipe IV.

Participó en las conquistas a los musulmanes en Murcia y supervisó la defensa de los castillos de Caravaca y Cehegín. En 1294 fue nombrado alcaide de los cristinanos en Túnez, pero renunció en nombre de los templarios a todos los derechos. A cambio, pidió los derechos en Peñíscola, Ares y Cuevas de Vinromá. Viajó en varias ocasiones a Chipre, pues era un punto estratégico para la Orden para conquistar Jerusalén. Falleció aquí, en 1307.

Ese año, el rey de Francia acusó a los templarios de herejía, llevándolos a la hoguera y acabando con ellos. Sin embargo, en España el final de la Orden fue muy distinto. Aunque, a pesar de no creer las denuncias, acataron las órdenes por obediencia a Roma. Confiscaron los bienes templarios, pero no los quemaron en la hoguera, Siguieron actuando con ellos para ganar la lucha contra los musulmanes en la península, pero sin usar el nombre de la Orden del Temple.

Qué es una Lipsanoteca ?




Lipsanoteca es el nombre con que se conoce a un recipiente con tapa utilizado para contener pequeñas reliquias durante el período románico (siglo X al XIII). Suelen estar tallados en madera.
Lipsanoteca de Brescia.

Presentan distintas estructuras:

Ovoide, con caras torneadas y sección cilíndrica, tapa cónica y asa torneada.

Rectangular, con tapa corrediza o de encaje.

Cilíndrica, con tapa de encaje.

La decoración presenta fajas horizontales policromadas, con motivos geométricos o atáuricos (diseño de flores y follaje) e incluso inscripciones incisas en caracteres cúficos.

El MNAC (Museu Nacional d'Art de Catalunya) conserva una interesante colección de estas piezas, procedentes de diversas iglesias y monasterios románicos.

lunes, 10 de octubre de 2022

Vigilancia Templaria

 
 Otro de los muchos servicios que los templarios explotaron con bastante éxito y con mucha clientela, fue el de vigilancia, seguridad y protección a los señores que se hallaban dentro de las tierras que ellos administraban.
Entre esta variada clientela se encontraban granjeros, terratenientes, señores, hidalgos, viudas...
 
Los diferentes conventos que se hallaban dentro de una circunscripción templaria organizaban patrullas que recorrían, tanto de noche como de día, las posesiones de quienes contrataban sus servicios. Estas patrullas se encargaban de vigilar las plantaciones, defender a los labradores y obreros y, en definitiva, de proteger en todo momento al dueño o señor que los había contratado y a toda su familia contra cualquier robo, ataque o incursiones de sarracenos desertores.

Valor y disciplina Templaria


En 1088, cuando Saladino se preparaba para entrar en la ciudad de Darbasq, cerca de Antioquia, un testigo vio a los Templarios de la guarnición mantener cerrada la brecha en los muros formando un escudo con sus cuerpos.  Inmóviles como una muralla. Apenas caía un caballero , un compañero ocupaba de inmediato su puesto . Difícilmente se podía pedir más desde el punto de vista militar. 

La Regla del Temple imponía una férrea disciplina en todos lo ordenes de la vida, pero dado el carácter militar de la Santa Orden, dedicó especial atención a todo aquello que tenía que ver directamente con la formación y la actividad bélica de sus miembros. Cada norma recogida en la regla acerca de la disciplina militar que deberían seguir los Caballeros de Cristo buscaba hacer de éstos un solo cuerpo y un solo espíritu.

Las 6 principales Herejías del Medievo


La iglesia medieval estableció el monopolio sobre la vida espiritual de los europeos en la Temprana Edad Media ( hacia 476-1000) y consolidó ese poder a lo largo de la Alta (1000-1300) y la Baja Edad Media (1300-1500). Por el camino, el clero se corrompió cada vez más, ignoró los principios básicos del cristianismo y vivió pródigamente de los diezmos del pueblo.

Los párrocos se convirtieron en sinónimo de hipocresía y pecado, hasta el punto de que el anticlericalismo se había extendido por toda Europa mucho antes de la Alta Edad Media y contribuyó al desarrollo de sistemas de creencias alternativas condenadas como herejías. 

El pueblo llano (tampoco la nobleza) no podía hacer mucho más contra la corrupción del clero porque la iglesia tenía las llaves del destino eterno de las personas. La salvación y la vida eterna solo se podían alcanzar siguiendo sus preceptos. La alternativa era pasar la eternidad en los tormentos del infierno o una estancia limitada, pero casi igual de desagradable, en el fuego del purgatorio, donde se quemaban los pecados. El cielo, el infierno y el purgatorio se consideraban certezas absolutas después de la muerte y, dado que la iglesia dictaba las normas sobre el destino del alma, no había más remedio que aceptar el comportamiento atroz del clero.

La misa cristiana se recitaba en latín, la biblia estaba en latín y los feligreses aprendían y memorizaban las oraciones, como el Padre Nuestro y el Ave María en latín, una lengua que ningún campesino y pocos nobles entendían. El ministerio de Cristo, tal y como se recoge en los evangelios de la biblia, era propiedad exclusiva del clero, que afirmaba que solo la iglesia podía entender las intenciones del dios cristiano de forma correcta e interpretarlas para los demás.

La iglesia católica fue la única forma de cristianismo reconocida para los europeos que no seguían a la iglesia ortodoxa oriental hasta que la Reforma protestante (1517-1648) frenó su poder. Antes de la Reforma, las llamadas herejías ofrecían la oportunidad de expresarse religiosamente fuera de los preceptos estrechamente definidos e interesados de la iglesia.

Los herejes
 

Para la Iglesia, un hereje era similar a alguien con una enfermedad contagiosa.

Aunque en teoría Europa fue cristiana ortodoxa durante toda la Edad Media, hubo una serie de movimientos que cuestionaron las enseñanzas de la iglesia y trataron de establecer su propia versión del cristianismo o, como en el caso de los paulicianos, bogomilos y cátaros, una especie de religión hermana basada en los principios del maniqueísmo persa, el gnosticismo griego y el cristianismo. Estos movimientos fueron condenados como herejías y aplastados sin piedad por la iglesia católica medieval para mantener su poder.

Aunque hubo muchos movimientos denominados heréticos a lo largo de la Edad Media, estos seis fueron las que tuvieron mayor impacto y resultaron una fuente de inspiración para otros:

Paulicianos
Bogomilos
Cátaros
Valdenses
Lolardos
Husitas



Los primeros herejes y Nicea

El cristianismo entre los siglos I y IV fue interpretado de forma diferente por diversas facciones religiosas. Después de que Constantino el Grande (reinó entre 306-337) convirtiera el cristianismo en religión estatal de Roma, exigió una visión unificada para la nueva fe, lo que se intentó en el primer Concilio de Nicea en el año 325. Antes de esto, las enseñanzas de Arrio de Alejandría (256-336), que negaba la validez de la trinidad cristiana entre otras creencias ortodoxas, resultaban tan válidas como cualquier otra forma de cristianismo. Los ebionitas del siglo IV, entre otros, negaban la divinidad de Cristo y se adherían a la creencia conocida como adopcionismo, según la cual Jesús de Nazaret, un hombre sin pecado, fue "adoptado" por Dios a través de su bautismo, muerte y resurrección, pero no era "el hijo unigénito de Dios". Los donatistas del siglo IV en el norte de África afirmaban que el clero cristiano debía estar libre de pecado para emular a Cristo y a sus apóstoles, por lo que cualquier clérigo manchado por el pecado debía ser excluido de administrar ritos o celebrar la misa.

Constantino creyó haber tenido una visión de Jesucristo justo antes de la decisiva batalla del puente Milvio en el año 312, en la que derrotó a su rival Majencio y asumió todo el poder como emperador romano. Cristo se le apareció de la misma manera que lo habían hecho los dioses paganos del pasado y, obviamente, Cristo era un dios de poder superior. A Constantino no le interesaba una visión del cristianismo que negara la divinidad de Cristo, ni estaba dispuesto a tolerar lo que consideraba el puntillismo de los donatistas o el adopcionismo de los ebionitas y otros, a quienes se condenó en Nicea y se estableció una plataforma ortodoxa de creencias.


Entre los muchos cambios que introdujo Nicea está la posición de segunda clase de las mujeres en la iglesia, que a partir de entonces serían consideradas laicas y ayudarían en las funciones de la iglesia, pero no podrían enseñar ni tener autoridad sobre los hombres. Antes de Nicea, hay constancia de muchas mujeres influyentes y bastante poderosas en la iglesia, cuya labor era tan importante, y a menudo más que la de sus homólogos masculinos. La exclusión de las mujeres de los puestos de poder fue otro aspecto del establecimiento de una visión ortodoxa del cristianismo, y una vez que solo hubo una forma correcta de interpretar y practicar la fe, cualquier otra era una herejía que había que eliminar.
La Iglesia y el poder temporal

La iglesia ejercía el poder temporal a través de medios seculares, ya que Constantino y sus sucesores inmediatos se consideraban campeones cristianos. Al estar exenta de pagar impuestos, la iglesia amasó una riqueza considerable. Además también exigía una décima parte de los ingresos de los creyentes como diezmo, con lo que esta riqueza crecía y se traducía en tierras y poder. En el siglo VIII, la iglesia dio un paso más para aumentar su supremacía a través de la falsificación conocida como La Donación de Constantino, donde se afirmaba que Constantino el Grande había cedido su poder al Papa, quien a su vez permitía reinar al emperador gracias a su buena voluntad. El poder temporal pertenecía en realidad al papa y a su iglesia y solo se prestaba al monarca que reinaba en un momento dado.
Las sectas heréticas condenaban la hipocresía, la riqueza inmerecida y la corrupción de la Iglesia, además de negar la legitimidad del papado, del clero e incluso de los sacramentos.

Se discute el impacto real de este documento durante la mayor parte de la Edad Media, pero el concepto en el que se basa (y la creciente participación de la Iglesia en los asuntos de estado) fue significativo. Animó a Pipino el Breve, rey de los francos (reinó entre 751-768) a hacer su propia donación a la Iglesia de La Donación de Pipino, que cedió las tierras que había conquistado a los lombardos a la iglesia y estableció los estados pontificios. También podía crear su propia milicia, participar en campañas militares y, puesto que pretendía ser el poder detrás de cualquier trono, intimidar a los monarcas para que cumplieran con sus intereses.

Su implicación en los asuntos seculares preocupaba a muchos y escandalizaba a otros. En la Italia medieval, las facciones conocidas como güelfos y gibelinos surgieron en el siglo XII en respuesta a la controversia de las investiduras, por la que la Iglesia podía nombrar a altos funcionarios sin consultar al rey. Los güelfos apoyaban la supremacía papal, mientras que los gibelinos apoyaban al emperador del Sacro Imperio. Los gibelinos, sin embargo, nunca se manifestaron en contra de la iglesia en sí, solo contra sus abusos de poder, mientras que las sectas heréticas condenaban la hipocresía de la iglesia, la riqueza inmerecida y el resto de sus manifestaciones de corrupción, además de negar la legitimidad del papado, del clero e incluso de los sacramentos.


Seis grandes herejías medievales

Los sacramentos incluían el bautismo, la confirmación, la comunión, la penitencia, el matrimonio, las órdenes sagradas y la unción de los enfermos (también conocida como extremaunción). Era necesario observar los sacramentos para ser considerado un cristiano en gracia de Dios, y estos ritos debían ser administrados por el clero católico para ser válidos. La iglesia cobraba por cada uno de estos ritos y, si no se podía pagar con dinero, había servir a la iglesia de Cristo. Hubo algunos que se dieron cuenta de que el clero vivía bastante bien y parecía mucho menos preocupado por su nivel de servicio que por adquirir artículos de lujo y vivir con comodidad.

Cualquier queja contra este tipo de comportamiento era una crítica a la propia iglesia y se no podía permitir. El reconocimiento de cualquier crítica habría requerido una reforma, lo cual no estaba entre los intereses de la iglesia. Aun así, algunos miembros importantes del clero pidieron cuentas a la iglesia, como el sacerdote y académico Pedro Abelardo (1079-1142), que afirmaba que la dialéctica (la práctica de investigar la verdad de una proposición de forma racional) debía aplicarse no solo a los sacramentos, sino a las políticas eclesiásticas e incluso a la misma biblia. La iglesia le condenó por hereje, quemó su obra y le obligó a retractarse.

Otros supuestos herejes llevaron su causa al pueblo, que con frecuencia abrazó las nuevas ideas antes de que la iglesia las aplastaras. La nobleza, especialmente, acogió una alternativa a la iglesia católica con la esperanza de que cualquier institución que la derrocara fuera menos intrusiva en sus asuntos. Los siguientes seis sistemas de creencias comenzaron como reacciones a la corrupción de la iglesia y desarrollaron su propia visión de la espiritualidad y la divinidad.

Los paulicianos (siglos VII-IX) fueron fundados en Armenia por Constantino-Silvano (muerto en 684) y fomentaron la comunicación directa con Dios a través de la oración. Defendían la vuelta a lo simple y la comunión del cristianismo primitivo, como se expresa en la vida de San Pablo (hacia 5- 67). No tenían iglesias y se reunían en los hogares de los adeptos, a los que llamaban "lugares de oración". Eran una fe dualista, creían en dos deidades todopoderosas (una buena y otra mala) en constante lucha y rechazaban la divinidad de Cristo y la veneración de María, así como todos los sacramentos y la jerarquía de la iglesia. Rechazaban por completo el concepto de sacerdocio, que establecía que la comunión con Dios era imposible sin la intervención de un sacerdote católico ordenado. La iglesia ordenó apedrear a Constantino-Silvano hasta la muerte, y quemar en la hoguera por herejes a muchos de sus seguidores o reubicarles con la esperanza de que se reformaran. Estos supervivientes desarrollaron, o al menos influyeron, la herejía de los bogomilos.

Los bogomilos (siglo XI) eran una secta religiosa formada en los Balcanes cuyo nombre es eslavo y probablemente significa "los queridos por Dios". Los bogomilos eran también una secta dualista, aunque desarrollaron el concepto de forma más completa. Creían que el mundo pertenecía a la deidad maligna y que el propósito de la vida era superar las tentaciones de este mundo y liberarse de las ataduras del cuerpo para volver al reino puro de Dios. Seguían los principios paulicianos al negar la divinidad de Cristo, la validez de los sacramentos y la jerarquía de la iglesia, pero incluían más elementos maniqueos y aspectos del gnosticismo griego. La iglesia les persiguió de forma constante, intentó eliminarlos mediante varias cruzadas, pero sus principios y su estructura organizativa básica sobrevivieron para influir en la herejía más conocida de la Edad Media: el catarismo.

Los cátaros (siglos XI-XIII, del griego "puros", también conocidos como albigenses por su asociación con la ciudad de Albi) eran una secta del sur de Francia que seguía en eencia las mismas creencias que los bogomilos, pero que, al igual que esta secta y los paulicianos, desarrollaba los conceptos. Los cátaros también eran dualistas y gnósticos, pero veneraban a una diosa Sofía (la sabiduría) que, según ellos, la iglesia había secuestrado y cuyo mensaje había pervertido. Los perfecti eran los clérigos cátaros, los creyentes eran credentes y había un tercer grupo de simpatizantes que eran nominalmente católicos. Los hombres y mujeres que ejercían de perfecti practicaban la abstinencia, eran vegetarianos y vivían en la pobreza, en marcado contraste con el clero católico. Algunos investigadores consideran que sus creencias influyeron en el desarrollo del género poético francés del amor cortés, ya que estaban asociados a dos mujeres que formaban parte de esa forma, Leonor de Aquitania (hacia 1122-1204) y su hija María de Champaña (1145-1198). la iglesia eliminó estas creencias en la cruzada albigense.

Los valdenses (siglo XII) fueron una secta distinta de las tres anteriores, fundada hacia 1177 por Pedro Waldo (hacia 1140-1205) de Lyon, Francia. Waldo era un comerciante adinerado que, buscando una relación más estrecha con Dios basada en las enseñanzas de Cristo, regaló su riqueza y predicó una doctrina de simplicidad, pobreza y servicio a los demás. Antes de distribuir su riqueza entre los pobres, pagó por la traducción de la biblia al provenzal, su lengua materna, y predicó el mensaje de Cristo directamente desde esa obra. Waldo y sus seguidores condenaron los aspectos mundanos de la iglesia (sobre todo La Donación de Constantino, que a su juicio contradecía directamente las enseñanzas de Cristo), además de negar la validez de los sacramentos (excepto el bautismo y la comunión), la existencia del purgatorio y la veneración de los santos y la Virgen. Cuando Waldo apeló al Papa Alejandro III (que sirvió entre 1159 y 1181) en 1179 para que lo aceptara, no se le consideró hereje, pero se le disuadió de predicar. Sin embargo, los valdenses acabaron siendo condenados por sus críticas a la iglesia, tachados de herejes, y tuvieron que huir a las montañas de Italia para escapar de la persecución.

John Wycliffe hizo traducir la Biblia del latín al inglés medio, lo que permitió el acceso a las Escrituras a todo aquel que pudiera leer la lengua vernácula.



Los lolardos (siglo XIV) eran los seguidores del sacerdote, filósofo y profesor de Oxford inglés John Wycliffe (1330-1384), que abogaba por una reforma drástica de la iglesia. Su nombre deriva de un término despectivo que les aplicaron los críticos a partir de la palabra neerlandesa para designar a alguien que balbucea oraciones. John Wycliffe hizo traducir la Biblia del latín al inglés medio, lo que permitió el acceso a las escrituras a cualquiera que supiera leer la lengua vernácula. A Wycliffe se le protegió en Oxford en virtud de la libertad de expresión académica, pero tras la revuelta de los campesinos de 1381, en la que al menos uno de los principales líderes campesinos era lolardo, la iglesia y el estado persiguieron a la secta. En 1395, los lolardos publicaron su documento Doce conclusiones de los lolardos, que condenaba, entre otras prácticas y políticas de la iglesia, la implicación de ésta en los asuntos temporales del estado, el celibato del clero, el sacerdotalismo, el pago de oraciones por los muertos, las cruzadas, la transubstanciación de la misa, la veneración de las reliquias de los santos y las peregrinaciones. Fueron perseguidos durante todo el siglo XV, pero sobrevivieron como movimiento clandestino y surgieron como una secta reputada tras la reforma inglesa.

Los husitas (siglo XV y posteriores) eran seguidores del filósofo y teólogo Jan Hus (1369-1415), rector de la Universidad Carolina de Praga, que admiraba la obra de Wycliffe y su defensa de la reforma. Hus y sus seguidores citaban con frecuencia los escritos de Wycliffe (prohibidos por la iglesia en el Reino de Bohemia) y se basaban en su propia defensa. Hus no fue considerado hereje hasta que se opuso a la venta de indulgencias (escritos comprados a la iglesia que reducían el tiempo de permanencia en el purgatorio) a la que Wycliffe también se había opuesto firmemente. A Hus se le llevó a juicio por su postura y otros comentarios que supuestamente había hecho y fue quemado en la hoguera en 1415. Su muerte desencadenó las guerras husitas entre 1419 - hacia 1434 entre los husitas y las fuerzas leales a la iglesia católica. Los husitas sobrevivieron a las cruzadas contra ellos y, al igual que los lolardos, se les reconoció durante la reforma protestante.

Conclusión

A un lector de hoy en día puede resultarle difícil entender por qué no se inició una reforma seria con anterioridad. La respuesta, como se ha señalado, está en el monopolio total que la iglesia ejercía sobre la imaginería religiosa de los pueblos de Europa. Es fácil mirar atrás y reconocer lo que debería haberse hecho de otra manera y cuándo, pero incluso en la vida personal, a menudo es bastante difícil ver lo que debe hacerse y actuar en consecuencia.

A diferencia de las personas de la era moderna, las de la Edad Media tenían opciones limitadas de expresión espiritual. Era poco probable que un campesino francés abrazara el islam cuando su iglesia caracterizaba sistemáticamente a los musulmanes como "demonios" y aún menos probable que se acercara al judaísmo, ya que habría sido educado según las enseñanzas de la iglesia de que los judíos eran "asesinos de Cristo". Dejando de lado otras opciones, la existencia real del infierno (una eternidad de tormento incesante) hacía que la salvación espiritual fuera tan vital como el agua y la comida.

La iglesia creó una población que no podía concebir la existencia sin ella y la explotó al máximo. Sólo gracias a los esfuerzos de personas increíblemente valientes, unidos al espíritu de la época que ya no podía soportar la brutalidad y la hipocresía de la iglesia, nació la reforma protestante y se puso fin a la tiranía de la iglesia medieval.

sábado, 8 de octubre de 2022

La imagen

 


Esculturas en una abadía abandonada en Inglaterra.

Contradicción... bella antonomasia


 - La voluntad de proteger a los Peregrinos y defender los Santos Lugares escondía con certeza el deseo de acercarse a la imagen ideal de Cristo y despreciar la mentira de este mundo . Ese acercamiento a la divinidad  se ajustaba a las reglas de la fe cristiana. 

- Aquellos guerreros místicos estaban dispuestos a combatir según las reglas del arte de la guerra , pero de acuerdo con las convicciones de la religión.  No esperaban vienes materiales y estaban preparados para morir por la fe . Eran monjes-soldados ; guardianes de Tierra Santa y guardianes de los hombres. 

- Ellos presentan claramente la asignación de la vida militar y la vida monástica ; se consignaron dos funcionarios hasta entonces antagonicas; la oración y el combate . Era una contradicción reunir en un solo cuerpo a los oratores y los bellatores . Se trataba de una novedad en el seno de la Iglesia : No había visto nunca y provocó en sus contemporáneos cierta inquietud que contribuyó a desacreditar la institución naciente .

( San Bernardo de Claraval y Guiges , Prior de la grande Chartreuse ( Gran Cartuja ) envió la carta de reconocimiento y Loa a Higues de Payns , Maestre de la Santa Milicia del Temple . )

Flota Templaria... Un misterio ?

 En 1307, una docena de barcos de la Orden del Temple salieron de Francia huyendo de la persecución de Felipe IV. Nunca se los volvió a ver y, a día de hoy, su paradero sigue intrigando a los historiadores.

Desde que nacieron en 1118 con el objetivo de proteger a los peregrinos cristianos que viajaban a Tierra Santa , los templarios se han hecho famosos por la leyenda negra que les rodea. Un mito que comenzó cuando –apenas con dos siglos de existencia- el grupo fue perseguido y aniquilado debido a la envidia que suscitaban su poder y su riqueza en monarcas y clérigos. No obstante, y aunque una buena parte de las cosas que se cuentan sobre ellos son meras invenciones, sus caballeros sí dejaron en la Historia algunos misterios que, todavía hoy, desconciertan a los expertos. 

Uno de ellos se sucedió el 13 de octubre 1307 cuando –perseguidos y amenazados por el rey de Francia Felipe IV - multitud de estos soldados tuvieron que huir en una docena de barcos del puerto de La Rochelle (en Francia) para evitar ser capturados. Aquella armada, que salió al Atlántico enarbolando la cruz roja de la Orden del Temple , desapareció sin dejar rastro en las aguas y, en la actualidad, se desconoce su paradero. Se cree, incluso, que pudo llegar a las Américas antes que Colón.

Suposiciones? Ahondaremos en el tema.



La Cruzada Alemana 1197-1198


El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Enrique VI (reinó entre 1191-1197) dirigió la Cruzada alemana de 1197, también llamada la "Cruzada del Emperador". Aunque Enrique VI murió en su camino hacia el este, su ejército arrebató Beirut a las tropas de la dinastía ayubí. Al enterarse de la muerte de Enrique en Sicilia, los cruzados abandonaron el asedio de Torón y, al igual que en la Tercera Cruzada (1189-1192), supuso una de esas situaciones de lo que podría haber pasado si un emperador romano hubiera dirigido la campaña en persona.

Enrique VI

Enrique VI de Hohenstaufen tenía un excelente pedigrí de caballero cruzado: su padre era Federico I Barbarroja (reinó entre 1155-1190), que había tomado la cruz y reunido un enorme ejército como parte de la Tercera Cruzada. Desafortunadamente, Federico murió de camino a Tierra Santa en algún lugar del sur de Cilicia. En ese momento, la mayoría de los alemanes abandonaron la Cruzada, que, a pesar de contar con las habilidades y los ejércitos de Ricardo I de Inglaterra (reinó entre 1189-1199) y Felipe II de Francia (reinó entre 1180-1223), no consiguió recuperar Jerusalén de manos de Saladino, sultán de Egipto y Siria (reinó entre 1174-1193). Tras la muerte de Saladino en 1193, la dinastía ayubí que fundó continuó gobernando la mayor parte de Levante, pero hubo serias disputas sobre la sucesión y cuál de sus herederos debía gobernar. Tres de sus hijos gobernaron Egipto, Damasco y Alepo y compitieron, sin éxito, con el hermano de Saladino, Saif al-Adin, por la supremacía. Era una rivalidad que distraía y que podía ayudar a las ambiciones de los cruzados en la región.

En la Pascua de 1195, Enrique VI "tomó la cruz" y juró emprender una cruzada en Tierra Santa para recuperar el control cristiano. En realidad, el emperador estaba menos preocupado por la reconquista de Jerusalén que por enfrentarse al Imperio Bizantino. La cruzada de Enrique VI fue, en efecto, una maniobra militar calculada para extorsionar al emperador bizantino Alejo III (reinó 1195-1203) una enorme suma de dinero para mantener su trono. Sin duda, Alejo vio la amenaza como real e impuso un impuesto a su pueblo en 1197, conocido amargamente como el impuesto Alamanikon o "alemán", para recaudar los fondos necesarios y así pagar al emperador del Sacro Imperio.

Otro acontecimiento que ayudó a Enrique en sus ambiciones orientales fue la adquisición de Chipre, entregada como parte del cuantioso rescate que le pagaron por liberar a Ricardo I, a quien Enrique había apresado desde 1192 hasta 1194 bajo la falsa acusación de estar implicado en el asesinato de Conrado de Montferrato, rey de Jerusalén, que había muerto misteriosamente unos días antes de su coronación en abril de 1192. Muchos señalaron a Ricardo, incluido el emperador del Sacro Imperio. Chipre resultaría ser una valiosa etapa para muchas futuras cruzadas. Enrique ya tenía el control de Sicilia (su esposa Constanza era la heredera) por lo que con algunas adquisiciones más en el Levante y el sometimiento financiero de los bizantinos, Enrique pudo vislumbrar la creación de un imperio Hohenstaufen que se expandiera por el Mediterráneo.

El Levante

En diciembre de 1195, con el apoyo del Papa Celestino III (papado entre 1191-1198), Enrique en persona repartió cruces a los nuevos cruzados en la catedral de Worms. Poco a poco, mientras los predicadores recorrían Alemania, Inglaterra y Francia en busca de reclutas, el emperador reunió un ejército para su cruzada, aunque la mayoría de los guerreros procedían de tierras alemanas. Entre los nobles importantes que se unieron a la aventura estaban el duque Enrique de Brabante, el conde Enrique del Palatinado del Rin, el duque Federico de Austria, el duque de Dalmacia y el duque de Carintia.

La salida se fijó para el día Navidad de 1196. los cruzados partieron de la costa del Mar del Norte y se detuvieron en Portugal, como era habitual en la época. La flota, que transportaba unos 4.000 caballeros y 12.000 infantes, volvió a reunirse en Bari, en el sur de Italia, en el verano de 1197. El 22 de septiembre, la fuerza alemana llegó a Acre, en Tierra Santa, y resultó un momento de lo más oportuno ya que los estados cruzados, o el Oriente latino, como se les conocía colectivamente, se enfrentaban a dos crisis.

La primera crisis fue la inesperada muerte, 12 días antes de la llegada de los alemanes, de Enrique II, conde de Champaña, rey de Jerusalén (entre 1192-1197), quien, mientras pasaba revista a las tropas en Acre, se había precipitado desde una ventana en circunstancias extrañas, al ser arrastrado por un enano artista que se había caído por accidente (o viceversa, según la versión de la historia). El rey murió por las heridas, la mayoría causadas por la caída del enano sobre él, lo cual dejó temporalmente al oriente latino sin un líder. En teoría la reina Isabel, viuda de Enrique II, seguía en el trono, pero sus vástagos no eran mayores de edad y además eran todas niñas. Así que el lugarteniente de Enrique VI, Conrado de Maguncia, se puso inmediatamente al frente de loz cruzados que presionaron para que se celebrara un nuevo matrimonio por conveniencia política y estratégica. Su elección fue Aimery de Chipre (también conocido como Amalric), y el matrimonio unificaría así los dos reinos de Chipre y Jerusalén. Además, como Enrique VI había dado a Aimery su trono en Chipre, el emperador tendría a su protegido como el gobernante más importante del oriente latino. Así fue, y la boda entre Isabel y Aimery tuvo lugar en enero de 1198.

La segunda crisis fue el fin de la tregua acordada con la dinastía ayubí. Al-Adin ya había superado a su sobrino en Damasco y tuvo tiempo de repeler a un primer grupo de cruzados que había hecho una incursión en Galilea. Al-Adin fue entonces a sitiar Jaffa, que cayó a los pocos días. La guerra entre cristianos y musulmanes había comenzado de nuevo.

Abandono

El ejército principal de los cruzados no perdió el tiempo y, tras hacerse con el control de Sidón, actualmente en ruinas, llevó a cabo con éxito un rápido asedio a la importante sede musulmana de Beirut, dejando a Jaffa a su suerte por el momento. El siguiente objetivo, el 28 de noviembre de 1197, fue la ciudad de Toron, que resultó ser un hueso más duro de roer que Beirut, y los cruzados se vieron obligados a acampar para iniciar un auténtico asedio. Fue entonces cuando la Cruzada recibió un duro golpe cuando finalmente llegaron noticias de Sicilia: el 28 de septiembre de 1197 Enrique VI, que nunca gozó de una salud física muy robusta, había muerto de malaria en Mesina. La historía se repetía de forma extraordinaria y trágica al morir en la Cruzada ambos emperadores, padre e hijo, antes de llegar a Tierra Santa.

Sin su líder y preocupados por lo que podría ocurrir ahora en Europa y por una sucesión disputada (el heredero de Enrique era su hijo Federico, de tres años de edad), los cruzados abandonaron su asedio a Toron el 2 de febrero de 1198. La mayor parte del ejército alemán volvió a casa. Aimery y al-Adil llegaron a un acuerdo de tregua durante 5 años y 8 meses, desde julio de 1198 hasta 1204. Según los términos del acuerdo, los cristianos conservarían Beirut y los musulmanes Jaffa.

Alejo III debió de alegrarse enormemente al enterarse de la muerte de Enrique y encontrarse con una conveniente reserva de dinero que no tendría que entregar sino que podía guardar para algún otro fin útil. Los estados latinos se sintieron decepcionados por otra oportunidad perdida de reforzar su dominio sobre las zonas costeras de Palestina y Siria, pero al menos quedaba la esperanza de una nueva cruzada. Otro aspecto positivo para los cristianos era que la orden militar de los Caballeros Teutónicos había sido oficialmente establecida y reconocida por el Papa. La orden, al igual que los Caballeros Templarios y los Caballeros Hospitalarios, reforzaría el número de caballeros profesionales disponibles para la defensa del Oriente Latino. De hecho, el nuevo Papa, Inocencio III (papado entre 1198-1216), convocó la Cuarta Cruzada (1202-1204) pero, desviada por las ambiciones comerciales venecianas, esa Cruzada acabaría atacando Constantinopla con lo que solo una fuerza simbólica e ineficaz de caballeros occidentales llegaría a Oriente Medio.

La Biblia de los Cruzados

La Biblia de Maciejowski, Biblia de los Cruzados, Biblia del sah Abás o Biblia Morgan (por conservarse en la Biblioteca y Museo Morgan, Nueva York, Ms M. 638) es una biblia ilustrada medieval del Antiguo Testamento de 46 folios (en otras bibliografías se habla de 44).

Durante mucho tiempo se ha pensado que fue creada por encargo de Luis IX de Francia a mediados de la década de 1240, pero Allison Stones, después de los trabajos de otros medievalistas como François Avril, sostiene que sería más probable que las iluminaciones fuesen realizadas en los condados del norte de Francia, alrededor de década de 1250.​

Probablemente, en su origen, contendría solo ilustraciones de escenas de la Biblia, acercándose en gran manera a una novela de aventuras, organizadas cronológicamente. A finales del siglo XIII, probablemente se encontrase en Nápoles, en manos de Carlos de Anjou, donde se añadirían en los márgenes, textos en latín aclaratorios de las escenas ilustradas.

Reaparece trescientos años después teniendo como propietario al cardenal Bernard Maciejowski, obispo de Cracovia, que lo entrega como regalo al sah Abás el Grande de Persia en 1604 (otros autores hablan de 1608) para pactar una alianza contra los turcos. Abás ordenó inscripciones en persa para su mejor comprensión, traduciendo sobre todo las inscripciones latinas existentes en la Biblia. Pero también, por encontrarse incómodo con tres hojas del manuscrito, que narraban la historia donde Absalón se sublevaba contra su padre, el rey, directamente las arrancó del códice.

Más tarde, quizá en el siglo XVIII, se añadieron nuevas inscripciones en judeo-persa. En el siglo XIX, sir Thomas Philipps lo compró al griego Joannes Athanasiou y sus herederos lo vendieron a J. P. Morgan, Jr. en 1916. De los tres folios arrancados, se conservan dos de ellos en la Biblioteca Nacional de Francia (MS nouv. acq. lat. 2294) y el tercero en el Museo J. Paul Getty, Los Ángeles (Ms. 16).

La Biblia de Maciejowski contiene hermosas ilustraciones de los sucesos acontecidos según la Biblia hebrea, pero situados en el paisaje y las costumbres de la Francia del siglo XIII, bajo una perspectiva cristiana y reforzada por textos escritos en tres alfabetos y cinco idiomas (latín, persa, árabe, judeo-persa y hebreo).

El manuscrito es una obra maestra del arte gótico, realizado probablemente por seis miniaturistas diferentes. Su estilo recuerda a la pintura mural y algunos estudiosos los asimilan e identifican con los murales y vidrieras que en aquellos momentos se estaban gestando en la Sainte Chapelle de París.

El conjunto es un impresionante testimonio de la integración entre las palabras y las imágenes, con gran movimiento y acción en los personajes. Los recreacionistas históricos, encuentran en ella un valioso testimonio sobre la vestimenta, instrumentos musicales, armas y armaduras de la época medieval.